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domingo, 4 de noviembre de 2012

El Morado


Las sillas se arremolinaban en desordenado círculo, una procesión de enlutadas mujeres con el rostro tapado por un gran velo, iban tomando asiento indiscriminadamente.
Si alguien le preguntaba a Marisa como había llegado hasta allí, no podría dar norte ni razón, miraba a un lado y otro sin saber que era  aquel sitio infinito y vacio, donde solo se hallaba el desconcertado  círculo de sillas ocupado por esas mujeres vestidas de negro con las caras tapadas, dejando desgranar  en susurros una sarta de oraciones sin sentido para ella.
Una pálida luz lo envolvía todo, Marisa se contempló, llevaba un vestido  de terciopelo morado, de manga larga cerrado hasta el cuello que le arrastraba por el suelo.
Su rubia melena suelta le llegaba a la cintura, le extrañó, ella siempre se recogía el pelo en un moño, solo se lo soltaba para dormir. ¿Y el vestido? Odiaba el morado, le recordaba a pena,  a muerte a soledad.  

Se dirigió hacia el grupo de mujeres sentándose con ellas, el murmullo de la monótona letanía le hacían aflorar todas las penas que mantenía encerrada en el fondo de su alma, un dolor sordo y profundo le subía hacia la garganta amenazando con ahogarla.
La brillante luz que invadió la tenue claridad existente le hizo girar la cabeza, su corazón saltó de alegría, ¡Era él! ¡Por fin! Tenía tantas ganas de verlo.
Le hizo señas con una mano para que se acercara, mientras con la otra daba palmaditas en el asiento de la silla que tenia al lado, él negó con la cabeza mientras le sonreía y le alargaba un ramito de violetas que llevaba en la mano. Una  inmensa llama violeta lo rodeaba por completo, mientras se transmutaba ante sus ojos, la miraba con un amor tan grande que la invadió por completo.
Abrió los ojos, solo había sido un sueño, pero aún se sentía toda embargada de felicidad, solo un sueño…solo un sueño repetía para sí, quería seguir durmiendo, quería estar con él, verlo aunque fuera soñando, al  darse la vuelta en la cama su mano  tocó  algo, lo cogió, era un ramito de violetas.

MARÍA  BUENO.    

Una Ceremonia Inacabada





Leandro iba por el camino con la cabeza gacha y sumido en sus pensamientos. El otoño le intentaba entrar a través de la sotana mientras él iba crujiendo las hojas de los árboles que a su paso de alguna manera se habían independizado. El día era fresco y su vestimenta de poco abrigo por lo que los brazos se cerraban junto a su pecho. ¿Se cubría del frío o protegía su corazón? Las ideas saltaban en su cabeza yendo y volviendo repetidamente sin que él pudiera controlarlas. ¿Por qué había actuado así? El complejo de culpa no le dejaba contemplar la belleza del paisaje otoñal, pero ¿Para qué hace falta un sentimiento sobre el pasado si este no lo podemos cambiar? ¿Por qué se sentía culpable precisamente cuando había hecho lo que creía debía hacer? ¿Por qué no contentaba a los demás? ¡Como si se pudiera contentar a todo el mundo! O como si fueran más importantes las opiniones de los demás que las de él mismo.
Las ideas, los recuerdos, emociones y hojas secas se entremezclaban en una red de sonidos diferentes formando su propia sinfonía. 
Recordaba el templo, las imágenes, la gente mirándole y él, salir corriendo ante la mirada atónita de todos los feligreses.
La gente llenaba aquel día la iglesia por ser la ceremonia de las confirmaciones. Quien no tenía un familiar, tenía un vecino o un amigo. En el pueblo pocas distracciones hay y lógicamente había que aprovecharlas. Leandro se encontraba algo nervioso pues los preparativos y charlas con los muchachos y familia le habían movido muchas ideas y dudas personales. Cuando el obispo hizo su entrada la tensión fue aún mayor pues no le caía bien y se le revolvían las tripas al pensar que tenía que agasajarlo como un gran personaje cuando pensaba que era prepotente, déspota y avaro. Este era el representante de la iglesia que venía a confirmar. ¿Qué era capaz de confirmar? Leandro tenía que dirigir la ceremonia para sus feligreses pero le costaba trabajo ponerse en movimiento para ella.
La salida de la sacristía de los dos sacerdotes fue seguida con gran atención por todos los presentes. Leandro como cura párroco hizo la introducción presentando al obispo y a los que iban a ser confirmados, así como la ceremonia que se iba a celebrar.
 Cuando el obispo se dirigió a los jóvenes el silencio era patente. Ellos se encontraban expectantes y emocionados puestos en pie como les había indicado antes con un gesto.
El obispo con voz fuerte dijo:
¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Y ellos contestaron "Sí creo" mientras Leandro escuchaba intranquilo.
¿Creéis en la santa iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos, y en la vida eterna?
Todos respondieron al unísono "Sí creo" pero Leandro sintió que algo se movía en su interior.
La ceremonia seguía con creciente malestar de Leandro pues se preguntaba si él realmente creía o quería creer para no tener problemas. La mirada puesta en el suelo para que nadie descubriera su pensamiento.
De repente la voz se dirigió hacia él:
Y vosotros, padres, padrinos y fieles de esta comunidad, ¿asentís con estos confirmados, reconociendo que esta es nuestra fe?
Sin saber que su voz salía de su cuerpo y que era escuchada por todos los asistentes respondió casi en un grito
"No. No creo en nada de eso"
Un clamor general lo despertó de lo que creía eran pensamientos internos y al ver todas las miradas dirigirse hacia él salió corriendo de la iglesia dejando al obispo, confirmados y  resto de la gente conmocionados.
Pasados unos minutos, el murmullo y clamor no dejaba espacio para continuar con la ceremonia ¿cómo se podía hacer esta, si el preparador y representante se había marchado desautorizando dicha confirmación?
¿Por qué tuvo que esperar tanto? o ¿por qué no pudo terminar la ceremonia? porque sencillamente estuvo estirando su conciencia hasta que esta se rompió.
Leandro sigue caminando entre los árboles rojizos, amarillos, marrones y verdosos que se encuentran bordeando el sendero y que él no sabe a donde lo lleva.

                                                                                Lola 2/11/2012









El camino




Se dice que para hablar de algo con propiedad, hay que conocerlo bien primero. Bien, yo me he debido levantar hoy con el píe izquierdo, dispuesto a soslayar la regla, al menos parcialmente. Hoy quiero hablar de los best-seller, así dicho ya en español desde que tengo uso de razón, es decir, memoria. Y recuerdo que entonces sí me documente con voracidad sobre estos escritores y sus ríos de tinta, aunque, por ser la época del hambre, tuve que conformarme con lo que se tejía  en este país medieval: la asturiana Corín Tellado y el toledano Marcial Lafuente Estefanía. Leí algunos cientos de sus novelas, pero no cubrí con ello la décima parte de su producción. Supongo que las dictaban, de tres en tres, a afanosas secretarias, o secretarios, que aún no estaba la mujer como para trabajar en los teclados. Estas lecturas, atemperadas poco después con Salgari, Julio Verne y Defoe, dieron el paso a la adolescencia. Aún entonces leí a Michener, esta vez un solo libro, el entonces best seller Hijos de Torremolinos, que como suele ocurrir, ya nadie recuerda. Hablaba de los hippies o, mejor dicho, de las aventuras de los niños de papa que, por entonces, habían llegado a Torremolinos, y cómo sus hábitos chocaban a sus papás californianos. Todo volvía al orden antes de acabar la historia. Creo que en alguna parte se hacía mención a los nativos, pero más como decorado. Por entonces descubrí maravillado a Dostoievski, Baroja, Stendhal, Hesse, Flaubert, Sartre, Goethe, y tantos otros, poco leídos en su tiempo, y que nunca serían best seller, porque se leerían en todas las generaciones, sin prisa, como debe hacerse el amor. Y, ya bien adulto, me atreví con algún otro escritor entretenido. Tragué el primer tocho de Auel, Los hijos de la tierra, y casi terminé el segundo. Había vuelto a la tierra, con un romanticismo primitivo y ecológico y El clan del oso cavernario me vino al dedo. El segundo me recordó demasiado a Corin Tellado, aunque la protagonista era una mujer muy liberada que se parecía más a los llaneros solitarios de Estefanía. No cejé por ello en mi empeño y algunos años más tarde me enfrasqué en otro best seller, lo que implica un gran valor, pues suelen ser todos muy tochos. La cantidad cuenta y, sus honestos autores no quieren que el público piense que dan gato por liebre. Más vale que sobre que no que falte. A Los pilares de la tierra le sobra de todo, aunque a mi parecer le faltaba lo esencial. No tiene alma. Lo dejé desesperado antes de la página 100, después de grandes esfuerzos por seguir, esperando siempre que, al volver la hoja, me sorprendiese con una pequeña epifanía, algo que no fuesen mediocres pasiones, historias vulgares. No obstante, años más tarde cayó en mis manos en inglés, que empezaba a conocer, y lo leí con agrado pues su lenguaje sencillo, sin adjetivos, sus frases cortas de fácil sintaxis, sus personajes predecibles, su historia lineal, sin complejidades, alimentaban mi capacidad de lectura en esa lengua, satisfaciendo mi ego. Aprendí algún vocabulario sobre capiteles, arcos, bóvedas y celosías. Y sobre cómo funciona un best seller.
El libro de evasión, como el futbol, tiene una gran función social. Sus mediocres ensoñaciones ayudan a una fácil identificación, y nos ayudan a olvidar la miseria de nuestras vidas, sin plantearnos cuestiones que quizá nos impedirían dormir, con lo que al día siguiente –son libros para leer antes de acostarse, pues producen somnolencia- no estaríamos bien dispuestos para el trabajo. Ayudan a sobrellevar la monotonía de la vida cotidiana, sin inquietarnos demasiado y, como el futbol, facilitan nuestra vida social: durante la jornada laboral, en nuestros ratos de asueto, podemos charlar con cualquier vecino sobre el avatar de sus protagonistas o la última jugada de Maradona. Podemos opinar, relacionarlo con acontecimientos de nuestro diurno trajinar, sin menoscabo para estos. Y, quizás, ayudan a que algunos, algún día, se animen a leer literatura. Lo que, con visión histórica, no es poco. Al menos, quiero considerar que para mí fueron una etapa en el camino.

Diego

El camino


El camino

El camino fue largo, muy largo, acostumbrada a viajar en avión sentarme en un coche, tren o autobús me costó bastante. Sin embargo por diferentes razones que en su momento pensé valederas, decidí irme en autobús. 
Recuerdo que ya hace mucho tiempo solía recorrer dos o tres veces por año una distancia de dos mi kilómetros generalmente en coche, sin embargo y a pesar de no ser la única ni la principal conductora, inevitablemente hacia una importante parada aproximadamente en la mitad del camino, que incluía cena y hotel prosiguiendo el camino luego de un merecido descanso. Nunca hice los dos mil kilómetros sin ese importante descanso.
Esta vez el coche era un autobús y repetir costumbres del pasado no eran oportunas por diferentes razones. 
Tuve tiempo de pensar, tengo esa mala costumbre, mi mente no para, cuesta callarla, calmarla y mucho mas distraerla.
El camino, el increíble silencio que reinaba y el ocio forzoso me daban la oportunidad de hacerlo. La carretera no era mi responsabilidad por lo que podía dejar vagar mente y mirada aún cuando cerrara los ojos y siguiera solo mirando hacia dentro.
Me dí cuenta una vez mas, aunque esta muy gráficamente,  que lo importante no es llegar, lo importante es el camino, durante el haces planes, sueñas, saboreas el dulzor de los buenos momentos que pasarás, los lugares que visitarás, las personas que estrecharas entre tus brazos y tantas cosas como grande sea tu propia fantasía. 
El camino tiene momentos hermosos de paisajes increíbles y de encuentros inesperados, situaciones divertidas, extrañas, dantescas.................. sin embargo llegar, de alguna manera es romper la magia, chocar con la realidad, terminar una etapa, poner punto final a algo, despedirse de una parte nuestra que para siempre hemos dejado ahí.
Quizá por eso tantos buscadores pueblan el Camino de Santiago día a día y año a año, no digo que muchos no hayan encontrado lo que buscaban o bien se hayan encontrado a si mismos con él, pero sí me animo a decir, sin nunca haberlo hecho, que la importancia del camino, no solo ese si no de cualquier camino, es totalmente metafórica, somos nosotros mismos haciendo el camino de nuestras vidas, con tropezones,  encuentros y desencuentros, momentos radiantes, situaciones de desanimo, y muchos, muchos momentos de soledad y reflexión. 
Cada vida es un camino, y cada ser humano es un camino en si mismo, por eso voy o vengo, vivo y disfruto, recuerdo con amor a todas y cada una de las personas que han compartido mi camino,  que me han guarecido de la lluvia o el frío, o me han acercado un pañuelo para secar las lágrimas de algún infortunio, pero ya no están, ellos quedaron en el camino. 
Por alguna razón  yo sigo en el y la encuentre o no, tengo que seguirlo con entusiasmo, alegría y mucho agradecimiento ya que como dice Eladia Blazquez: "no es lo mismo que vivir honrar la vida". 
Intento honrar la vida, por lo que trato día a día de seguir el camino y disfrutar de los  buscadores caminantes que me acompañan hoy. 
No siempre es fácil.


Alicia

lunes, 24 de septiembre de 2012


El examen ( a la especie humana)   


Porque no somos perfectos, porque traicionamos,matamos,robamos, engañamos, ultrajamos, deseamos  lo propio y lo ajeno. Porque somos egoístas, miserables y mezquinos.
Por eso a veces lloramos en un rincón por la traición que cometimos o por la que nos inflingieron. Siempre que exista en nosotros eso que llamamos conciencia, si no seguiremos comiendo bebiendo y durmiendo como si nada hubiera pasado.
Porque a veces ni la conciencia nos socorre. Po eso hay quien se ha dado prisa en confundir sentimientos (que son la expresión de algo tan humano como la emoción) con sentimentalismo (su primo ilegítimo) y así de paso desmontamos el todo descalificando una parte, adulterándola, embotándola, prostituyéndola.
Por eso no somos ni seremos sanos, enfermamos de demencia en todo su amplio abanico. Por eso nos duele la madre, la nuestra, como los hijos, los nuestros. Sin llegar a comprender nunca que todos son hijos y madres (o padres) en algún momento eso y todo lo demás es lo que nos hace iguales en la alegría y en la tristeza. Podemos poner pretextos preventivos, colonizadores, explotadores interesados, podemos engañar y engañarnos para  al fin no comprender nunca que somos iguales en el dolor y en la alegría. Porque lloramos sí, de rabia o de impotencia.
Cuando ya no hay reglas, ni siquiera las morales para socorrernos. Cuando la enajenación se apodera de nosotros y  somos entonces maltratador o violador o asesino o ladrón.
De este examen salimos ampliamente suspensos: humanos suspensos en humanidad.
Es como decir perro suspenso en perrería. Algo mal estamos haciendo y lo peor es el contagio. Yo agredo, tú agredes y ya nos animamos y hacemos la conjugación completa. (Nosotros…. vosotros y ellos)
Porque también amamos (a veces) y somos desinteresados y altruistas y generosos. Porque la esperanza es un bonito don que nos pierde si la perdemos.
¿Tendremos tiempo de recuperarnos?
Ella piensa: quisiera parir un mundo nuevo y sí cada nuevo nacimiento es un potencial cambio un deseo por cumplir, una promesa de superarnos. Todos los días nace y muere la esperanza. Por eso no somos lo que lloran los que nos quisieron cuando nos hemos marchado, no somos nada salvo la construcción que queramos elegir. Y polvo de estrellas.
Nunca existió la igualdad y no existirá nunca porque nos aferramos a las diferencias y a  los pequeños y grandes privilegios. De vez en cuando puede ser rentable repartir migajas de bienestar social que hay que recoger rápidamente si peligra el estatus. La humanidad a examen cuando llegados al siglo XXI  hemos construido un mundo lleno de mentiras “oficiales”.
Y llueve fuera dinero que no tiene valor porque se lo tragó la usura. La humanidad llena de grandes cumbres  promesas, declaraciones de derechos y etc... que se tornan papel mojado cuando el monstruo llama a nuestra puerta.

                             Begoña R. J.   Setiembre 2012

domingo, 1 de julio de 2012


Leer en verano

 

Carlos Fuentes,
Que nos ha dejado recientemente

SU OBRA NARRATIVA

-Los días enmascarados, 1954.
-Aura, 1962
-La muerte de Artemio Cruz, 1962
-Cantar de ciegos, 1964.
-Cumpleaños, 1969.
-La nueva novela hispanoamericana, 1969.
-El mundo de José Luis Cuevas, 1969.
-Todos los gatos son pardos, 1970.
-El tuerto es rey, 1970.
-Casa con dos puertas, 1970.
-Tiempo mexicano, 1971.
-Los reinos originario teatro hispano-mexicano, 1971.
-Cuerpos y ofrendas,1972.
-Cervantes o la crítica de la lectura, 1976.
-La cabeza de la hidra, 1978.
-Orquídeas a la luz de la luna, 1982.
-Constancia y otras novelas para vírgenes,1990.
-Valiente mundo nuevo, 1990.
-Ceremonias del alba, 1990.
-El espejo enterrado, 1992.
-Diana o la Cazadora Solitaria , 1996.

Antonio Soler

Malagueño y con varios premios en su haber literario 

Narrativa :

 El camino de los ingleses
 El nombre que ahora digo
Extranjeros en la noche (1992), (muy recomendable), Los héroes de la Frontera (1995) (Premio Andalucía de la Crítica 1995 y Premio Arzobispo Juan de San Clemente 1996), Las bailarinas muertas (Premio Herralde yNacional de la Crítica, 1996) (su segundo mejor libro), El espiritista melancólico (2001), El Sueño del Caimán (2006) Modelo de pasión (premio Andalucía de novela, 1993), actualmente descatalogada.
Y Lausana ,hasta ahora su ultima novela y que leo en estos días .

domingo, 27 de mayo de 2012


Esperanza

Ya sé de las cosas
de este mundo.
Ya me tocó la daga, 
probé el cáliz de las rosas,
Y vi la amargura
 en tus ojos.

Ya sentí el vértigo
de tu mirada
huérfana y hambrienta.
Ya paseé por las
nubes y se perdió
el  vacío lleno
de un momento eterno.

Y porque la vida duele
quiero cantar
con gozo y prenderme
en la cascada de
tu risa.

Ya vistió el miedo
la morada
de mi cuerpo.
Ya viví y aún
toca seguir viviendo.


                     Begoña Ramírez Joya, mayo 2012

martes, 17 de abril de 2012




Tertulia Entrelineas.
Encuentro de escritura en acción. Nerja. Abril 2012



Pintar un huevo:

Un lienzo, en blanco. El amarillo, la esfera del sol. Nuestro sol, el cada día como el pan. Y sus haces de luz transparentes, como la clara. Invisibles pero presentes. Me pregunto ¿Cuántas cosas invisibles estarán siempre presentes?.
Ese pájaro que se ha colado con su canto ¿las verá? ¿Será eso lo que nos está cantando?

El tertuliano invitado:

Se coló por la ventana, se invitó él mismo.
Su gorgojeo acompañaba nuestra conversación y a veces se imponía con rotundidad de pájaro.
Algo tendré que decir también pues formo parte
Como vosotros de este planeta llamado tierra.
Aunque para nosotros los pájaros sería más apropiado planeta aire, que es nuestro medio habitual.
Tenemos la ventaja de poder bajar de vez en cuando a la tierra firme. Esa que se pisa.
Acostumbrados como estáis a pisar tierra, pisáis también la flor que os regala su perfume mientras la estáis pisando.

La llave:

La llave y la clave, ambas abren una puerta o un nuevo pensamiento. La ranura que coincida con la muesca de la llave y las razones que conduzcan a descifrar el enigma.
El héroe mitológico que consigue encontrarse a sí mismo y descubre que no es necesaria la llave y que esa es la clave.

El incendio (de Roma) :

La ciudad amaneció entre llamas, que como gigantes de fuego se comían a dentelladas todo aquello que encontraban a su paso. Roma y su imperio habían llegado a lo más alto y cuando se llega arriba ya sólo queda bajar o volar. Lo que ha alcanzado su máxima madurez, plenitud o belleza comienza su declive. Por eso el máximo esplendor y la caducidad se acompañan inseparablemente. Caminan de la mano, como dos hermanos inseparables en perpetuo desacuerdo a los que une la sangre. A cada instante vivido lo acompaña un instante de muerte, el postrero, el que ya vivimos, como consume la llama que finalmente también será consumida.

Begoña. Abril 2012.
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La llave

La llave, sin saber nadie como, se cayó de su alcayata. Impactó contra el suelo y saltó desviada hasta caer por el abismo del sumidero. Decían que era la última llave y ahora todas las puertas estarían cerradas. Había sido la llave maestra y ahora es la llave perdida. Las cerraduras permanecen sólidas y bloqueadas guardando los secretos de la vida.

De pronto alguien dijo: “oíd todos y mirad conmigo: no hay ni puertas, ni muros, ni cadenas…”. Nadie le hizo caso, pero él seguía hablando, y su voz era como un soplo que iba desde los valles del corazón hasta las cumbres de la mente.

El incendio de Roma

Las llamas del gran incendio que consumía a la pérfida babilonia, nido de oprobio y de pecado, de prostitución de todo tipo y de todo tipo de usura, quemaron las últimas hojas de papiro que contenían las palabras del profeta. El Apocalipsis que había advertido, futuro inminente del imperio impío, ardía junto a las casas, animales y personas de su gloriosa capital.

¿Quién prendió la mecha? Eso parecía ser en la catástrofe lo de menos. Para unos sería éste, para otros aquellos. El oxígeno, combustible universal, hacía arder con la misma imparcialidad las casas del arrabal que los lujosos palacios y templos. Al cabo, sobre las ascuas de infames y mártires, refulgiría con más fuerza aún el Imperio.

Pintando huevos

A Luis le gustaba pintar. Veía el mundo desde una óptica muy cromática, donde los colores predominaban sobre las formas. Los pigmentos que usaba en sus obras solían ser colores primarios y además lo prefería en polvo. En las disoluciones y mezclas solía usar el agua, así como aceites y trementinas, pero el resultado nunca parecía ser el deseado. Jamás llegaba a la viveza de los colores sensibles, mucho menos a la magia de los que concebía en su activa imaginación.

Un día le vino la solución como caída del cielo, del cielo de la boca de su amigo Juan (en este caso), pues éste, en una sobremesa, experto como era en soltar chascarros, ocurrencias y chistes, le dio por contar el de la sopa y los dos mariquitas. Uno le pregunta al otro, “¿Oye, tú cómo te tomas la sopa?” “Yo, con un huevo dentro.” “¡Ojú qué postura más difícil!”.

A Luís, con la risa, se le iluminó la mirada. Todo lo imaginaba ahora con la textura y contraste que la clara del huevo le proporcionaría a la solución y mezcla de sus pigmentos, y a sus laboriosos cuadros, donde quería atrapar la luz que, con su propia cadencia, vibra en todas los colores del mundo, del mundo de los sentidos y de aquel que albergaba en sus fantasías

El tertuliano invitado

La reunión era a las nueve de la noche. Pero el inicio de la misma, tratándose de españoles, siempre se demoraba de media a una hora. Ese día Vicente, a quien había invitado uno de los miembros de aquella inusual tertulia, decidió asistir. Y no porque estuviera aburrido, sino porque no tenía nada mejor que hacer. Pensó que como era su primer día no llegaría demasiado temprano, tampoco excesivamente tarde, así que las 9,30 en punto, ya estaba frente al portal del edificio donde tenían la sala de reuniones. Llamó al portero automático pero nadie le contestó. Esperó unos minutos y nadie aparecía con la intención de entrar en el inmueble. Al cuarto de hora de titubeante espera, apareció un hombre mayor del que tiraba un perrito con su correa. Ninguno de los dos resultó ser de la tertulia. Comprobó el día por si acaso: viernes, el día señalado, y volvió a llamar. Nada. Al cabo de media hora, se marchó intrigado más que defraudado.

El tertuliano invitado fue el único que asistió ese día a la reunión.

Franjamares, Tertulia Entrelíneas, abril de 2012

martes, 3 de enero de 2012

DEJA VÚ






Deja vú (Histórico)


En las afueras de la ciudad un grupo de gentes celebran la llegada del Año nuevo.
Con cartones y palos han hecho una hoguera, entre palmas una copla.
“El rico siempre es el rico
y el pobre siempre es el pobre,
pa él el hoyo más grande
pa nosotros el más chico……
Esta misma escena se repite desde el principio de los tiempos


Deja vú (Nochevieja)


Mientras intenta no atragantarse con la doceava uva, Elvira piensa para sí misma- ¿Esta misma escena no la he vivido yo antes.?



Deja vú(De Nochebuena)

En el 2º derecha, como todos los años se escucha mucho jaleo. Es Nochebuena y por eso todo el mundo hace el oído gordo. Es decir hace como que no se entera.
Acabo de tener la sensación de que esta misma situación la he vivido antes.-le comenta Ernesto a su esposa, mientras contempla le escena que se desarrolla a su alrededor.
Su madre acaba de amenazar a todos que tirará el pavo por la ventana si su hermano y su mujer no dejan de discutir.
Sus sobrinos están intentando acabar con todas las bolitas del árbol. Su padre sigue roncando en el sofá como todos los años, aunque de vez en cuando abre los ojos no se sabe si con la esperanza de que todo esto no sea mas que un mal sueño.
Y como la nochebuena pasada y la anterior y la otra siguen esperando a su
hermano pequeño, según el canon de edad que queramos usar porque ya ronda los taitantos. Llegará tarde y seguramente borracho para no enterarse de nada. Oliendo a tasca barata y a humo, les dará un beso a todos y luego se empeñará en bailar un pasodoble con su querida madre.
- No querido no es un de javú, es que llevamos diez Nochebuenas viviendo la misma escena.


Deja Vú

Ambos viejecitos posan cogidos de la mano tiernamente. A sus 98 años aun conservan cierto candor adolescente.
Querido-le dice ella suavemente, mientras un triste noticiero desgrana las frías cifras de la economía mundial.-¿Esto no lo hemos vivido ya antes?
-Sí –le contesta él con un movimiento de cabeza que ya a su edad es incontrolable-en el 29 y luego en otras ocasiones. Pero sobre todo en el año 1929.
Tú tenías 16 años Oh..qué tiempos aquellos. Recesión, recesión, recesión……



Begoña Ramírez Joya. Tertulia Entrelineas Enero 2012