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lunes, 28 de noviembre de 2011

El Minotauro

Por Franjamares

Lo llamaban recelosamente la sombra y no era sino la vergüenza del hombre y el desliz de los dioses; peligroso al tiempo que de alta estirpe; un monstruo con cuerpo de varón y cabeza de toro, resultado de la unión entre Basifa, la bella esposa de Minos, seductora enamorada, y aquel toro de blancura deslumbrante que Poseidón mandara en señal de aprobación por parte del Olimpo del flamante reinado de Minos en aquella ínsula.

El Minotauro que así le pusieron por nombre al engendro, fue mandado encerrar. Eligió Minos para su perpetua ocultación un palacio en forma de laberinto, cuyas obras fueron diseñadas por el insigne Dédado, aunque éste las había cogido de Atenea, su ingeniosa mentora e iniciadora en las tareas del arte y de la industria.

Del interior de aquel laberinto nadie podía escapar, tampoco el Minotauro. Todo aquel que entraba en su seno, por voluntad o por accidente, quedaba cautivo de por vida de sus muros, y moría devorado por las soledades del hambre y del frío o por el propio monstruo que mugía sediento en sus entrañas.

El peligro, aunque oculto, seguía existiendo en su aciaga latencia, y para conjurar esta desgracia cada nueve años el rey Minos exigía de entre sus sometidos súbditos a catorce púberes vírgenes, siete varones y siete hembras, para que el Minotauro los devorara.

--Un momento, creo que te has desviado del tema, ¿qué tiene que ver toda esta historia con la psicología humana?

--Mucho, querida mía. Los mitos son nuestra forma de expresión más temprana. Es decir: a todos nos atañe la simbología de los mitos desde los estratos más profundos y esenciales de la psique, a cada persona como singularidad y a la humanidad entera como colectivo. Sería algo así como el modo de manifestar la “verdad sentida” que más se acerca a la realidad. Forma parte de un sistema puramente vital, que no conceptual, asentando su reino en los sustratos mentales más recónditos. Se puede decir que los mitos emergen desde el núcleo mismo de la conciencia universal. De ahí que sea irrelevante si un mito corresponde o no a un hecho real o histórico, siempre será real porque conforma cuanto sucede. Su realidad es más real que la realidad histórica, de la misma manera que un molde es siempre más real que lo moldeado (1).

--Visto así, Emilio, todo cambia. Puedes seguir con la leyenda Soy toda oídos. Mi profundidad mítica te escucha.

-Bien. Fueron pasando los años, hasta que a la sazón de la tercera demanda de púberes vírgenes, en joven Teseo llegó a la isla entre los jóvenes que iban a ser sacrificados. Teseo y Minos tenían en común una cosa, eran hijos de importantes dioses del Olimpo, Zeus y Poseidón, respectivamente, la luz y las profundidades, lo que le otorgaba a ambos rasgos de heroicidad innata, que Teseo demostraría en breve. Pero su primera experiencia fue con Ariadna, la hija de Minos, de la que sintió un amor repentino nada más conocerla.

Como mandaba el sacrificio, iba a ser encerrado con las víctimas pero antes, Ariadna, que también correspondía a su amor, le entregó un ovillo de hilo mágico, madeja proporcionada por Dédalo a demanda suya, diciéndole: “Abre la puerta de entrada al laberinto, pero antes ata el cabo suelto del ovillo al dintel. Y no temas, porque el ovillo, por sí mismo rodará por el suelo y, tras recorrer sinuosos caminos llenos de recodos, llegará hasta el escondrijo donde se halla el Minotauro. Debes sorprenderlo cuando duerma, momento en el que lo agarraras por los cabellos. De este modo el monstruo se te someterá y podrás llevarlo sagazmente a la luz. Y no te preocupes por el camino de salida, será suficiente con que vayas recogiendo hilo y así iras desandando lo andado alcanzando la puerta por la que entraste.”

Teseo procedió de este modo y logró llegar al escondrijo del Minotauiro. Lo halló adormilado y, como le aconsejado, con un movimiento rápido y certero lo trincó por las erizadas cerdas de su pelaje. Y cuál fue su sorpresa cuando de pronto vio que se le sometía, sin mostrarle mayores resistencias que las de su propio y pesado cuerpo. Luego, gracias a la guía del hilo dorado lo fue arrastrando hasta la salida, sacándolo por los pelos hasta la luz del día. Un sol radiante les daría la bienvenida, y ante la multitud, mostró al Minotauro liberado, pacífico, como si fuera un recobrado habitante más de la isla.

--Bella historia. Aunque yo creía que mataban al Minotauro.

--Eso ocurre en las versiones posteriores, no en la original. Además, ha de entenderse que este mito tiene una simbología clave. El ascenso desde la oscuridad del hades hasta la superficie terrestre bañada por el sol. Es decir: los traumas recibidos, las sombras reprimidas, los minotauros sepultados en el laberinto del inconsciente, que oscurecen y deforman la adecuada visión de la realidad, sacados a la luz por el hijo de las profundidades, auspiciado por la hilo de luz de Ariadna, hija de Minos y nieta de Zeus el dios solar por antonomasia.

--Por cierto, ¿qué pasó con ella, con Ariadna?

--Quieres decir que si hubo boda. Pues verás. Sí y no. Teseo zarpó de la isla en la noche llevando consigo a su prometida Ariadna. Tuvieron sus nupcias íntimas, sus misterios carnales sobre la cubierta de la nave en la que huían. Pero antes en plena madrugada, Teseo mostró el repentino deseo de descansar en tierra. Por lo que desembarcaron en la isla de Día. Por la mañana Ariadna despertó y vio afligida que su amado Teseo la había abandonado en la isla.

--Enamorada y abandonada, ¿por qué?

--Cuanta la leyenda en su versión más antigua que Teseo, vio en sueños a Dionisos, y que éste se le rebeló amenazante, exigiéndole que le entregara a Ariadna. Poco antes del alba, algo le despertó del sueño y como un autómata creyó ver la flota de Dionisos avanzar en dirección a la isla. Presa del terror, que no era sino un miedo inducido por los hechizos de Baco, huyó olvidando la promesa que le había hecho a su amada Ariadna.

Dionisio recogió a la prometida en la isla y se casó con ella. Esa fue la boda y no la de Teseo. Y al desposarla Dionisos le colocó en la cabeza la corona de Tetis, fabricada por el olimpo Hefesto, el mejor de los orfebres, con oro color fuego y joyas de la india colocadas en forma de rosas. Y esa misma corona, más adelante, fue puesta entre los astros por el propio Dionisos formando la Corona Boreal.

--Una historia triste, pero real.

--No lo dudes.

1.- Inspirado en el libro: Las claves de la enfermedad, Tratado de Anatheóresis, de Joaquín Grau.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

Encuentro de escritura en acción, Cuevas de Maro, Nerja. Tertulia Entrelíneas. 5 noviembre 2011

El día en que murieron los políticos

No murieron todos de golpe; pero sí casi todos (una valiosa mayoría) tras el golpe de estado y la guerra que dio paso a un régimen totalitario, perdón autoritario; aquel que produjo una larga paz de miedo, con millares de políticos muertos. No eran estos sin embargo, políticos de profesión, sino gente de a pie que había creído por convicción, o simplemente por simpatía, que un mundo mejor y más justo era posible. Una vez más no iba a ser posible.

En aquel funeral de políticos de a pie, de hombres y mujeres del pueblo, se siguieron diciendo misas de réquiem para los victoriosos, y fallidas confesiones de cadalso para los vencidos y humillados, gente que de frente a la muerte seguían fieles a su conciencia sin creer en todas las farsas, y quienes sentían que morían en balde, con la sola esperanza de que sus hijos llegarían a valorar su lucha por un mundo más justo y humano.

Pero el tiempo que lo oxida casi todo, hizo que la cadena acabara soltando con los años algunos eslabones, que ciñera menos, aunque solo fuera para asegurar la supervivencia de un nuevo cerco, en apariencia menos controlador.

Fue en esa toma de aire fresco cuando resurgió, del inconsciente colectivo, un nuevo día de libertad. En ese día utópico sí harían falta otros políticos, también utópicos, aunque para eso el hombre tendría por fin que descerrajar las cadenas de su propia mente.

El secreto de la cueva

Aquel lugar era profundo y cálido. Sus paredes rosadas y rocosas temblaban bajo el ritmo mineral de las estrellas, al compás sincopado del movimiento del cosmos, del amor instintivo hecho carne y deseo, del abandono a la voluntad de la vida, a la comprensión de lo que es arriba como es abajo…

Entramos todos jubilosos, nos acompañaba el único propósito de nuestra existencia, que no era sino el deseo, incognoscible en su causa, de unirnos con aquello que refulgía en el seno abisal de la cueva y que para nosotros era su gran secreto.

Lo que parecía una carrera en pugna no lo era, pues no había en ella señales de competencia, más bien de colaboración. Unos y otros nos ayudábamos a seguir prosperando en aquellos abismos, llenos de peligro y también de esperanza.

Uno solo de nosotros lograría conocer el secreto. Uno, pero con la ayuda imprescindible de todos: por lo que habría que decir que serían todos los agraciados de este drama, aunque uno solo fuera el actor, el mismo que moriría para renacer, fundiendo su esencia y sustancia con la esencia y sustancia del secreto insondable de la gruta. El santo grial que envolvía el sueño de la vida con el misterio de la muerte.

Pero a medio camino el sueño de amor se vio de pronto frustrado. Una inmensa barrera de látex trocó el secreto voluntarioso de la cueva, en su accidental sorpresa.

Franjamares, Cuevas de Maro, Nerja. 5 de noviembre de 2011.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Encuentro de Escritura en Acción - Nerja

La perdedora de tiempo

María caminaba hacia atrás. Decía que no quería perder el tiempo y aseguraba a sus incrédulos oyentes que la única manera de recuperar el tiempo perdido era caminando hacia atrás. Y en ello pasaba sus afanosas horas, recuperando cada paso, decidida a recuperarlos todos, hasta el último, que no sería, lógicamente, sino el primero. “Entonces”, decía, “caminaría hacia delante, pero sin prisa, recogiendo todo el tiempo a su paso.” Pero no quería perder el tiempo en explicaciones, por lo que seguía su camino, hacia atrás y sin detenerse mientras hablaba.
Dicen las malas lenguas que cuando llegó al origen, tropezó en el vacío y estuvo cayendo durante siglos sin cuento.
Otros dicen que nunca llegó. Lo cierto es que aquellos que avanzaban hacia delante nunca la volvieron a ver.
Moraleja: el tiempo es lineal…o no existe.


¿Qué hacemos ahora?

Estuvimos remando durante horas, dejando que el agotamiento inundase nuestros miembros entumecidos. Los espejismos de una costa lejana se sucedían a cada golpe de remo. Remábamos a dúo sincronizado, con la mirada perdida en el horizonte sin fondo de la opacidad azul del mar y del aire. Un cielo sin nubes derramaba sus rayos sobre las aguas, reflejándose en su superficie desnuda. Por fin nos venció el agotamiento y dejamos caer los pesados remos.
-¿Qué hacemos ahora?-pregunté.
Un silencio sobrecogedor respondió a mi pregunta. Y fue así que recobré la consciencia de que estaba solo, de que siempre había estado solo en aquella barca sin remos que arrastraba la marea.

El secreto de la cueva

Un rayo de luz penetró la obscuridad de sus ojos. El negro de su pupila reflejó el dolor de su alma. Le tomó la mano que balanceaba insegura y lo atrajo hacia sí. Salieron juntos de sus miradas perdidas y se encontraron más allá.
Más allá del sentimiento, en lo más profundo de su secreto. Y, el descubrirse, los liberó de ellos mismos.

El día que murieron los políticos

Había una vez en un lugar del universo, que aún carece de nombre, una flor que se negaba a marchitar. Llegáronse los doctos del lugar para dilucidar cómo socavar su moral y, tras largas y enconadas discusiones alrededor de una bien servida mesa, decidieron que solo podrían vencer la terquedad de la flor retirando la tierra de sus raíces. Y así lo hicieron. En esto llegó una fuerte ráfaga de viento y la flor surcó los cielos, dejando tras de sí una lluvia de pétalos y semillas que descendieron sobre los escasos espacios de tierra que en la superficie quedaban.
La primavera siguiente vio como brotaban flores por doquier inundando con sus olores el aire hasta hacerlo irrespirable. Murieron así los políticos y con ellos se marchitaron las discusiones, mientras cada flor, una y todas iguales, miraban al cielo, titilando sus pétalos al compás de las estrellas.

Diego Pérez

martes, 8 de noviembre de 2011

Encuentro de Escritura- Cueva deNerja

El día que murieron los políticos

¿Se quedó desamparado el mundo? ¿Perdimos de repente a nuestros mesiánicos salvadores?¿Ocupó su lugar un sátrapa dictadorzuelo que prometía también protegernos a todos?
La verdadera muerte de los políticos se produce, se ha producido en el momento mismo en que se convirtieron en profesionales de la política.
Entonces el arte de gestionar el bien público se convirtió en otra empresa privada mas; con marketing, encuestas, índices de aceptación y participación, control de imagen y venta final del producto.

El Secreto de la Cueva:

Un viento gélido empezó a soplar de repente, las nubes se fueron arremolinando en el cielo y una capa espesa de agua empezó a manar del cielo.
Qué pequeño se sentía de repente ante el poder de la naturaleza.
Consiguió llegar sin saber cómo a lo que parecía la entrada a una cueva. Lo que más ansiaba en aquellos momentos era encontrar un lugar seguro y caliente donde poder guarecerse.
Calentar su cuerpo y su ánimo. Titubeó unos instantes, la lluvia ya era torrencial en aquellos momentos y esto terminó de darle el empujón que necesitaba y decidió por fin adentrarse en la cueva.
Cuando hubo avanzado unos pocos metros la oscuridad allí dentro era casi absoluta. Pero no tenía elección. Se acurrucó lleno de miedos e incertidumbres en un rincón. Sólo tenía un mechero que le podía servir para alumbrarse un poco en medio de aquella penumbra.
Le temblaban las manos mientras sacaba el encendedor de uno de sus bolsillos. A la luz titubeante de aquella pequeña llama vio unas pinturas en la pared.
Hombres y animales en escenas de caza tal vez. Aquellos dibujos le reconfortaron por unos instantes, y por unos segundos desapareció su sensación de miedo y soledad. Siempre le había asustado la oscuridad, pero ahora comprendía que a veces la oscuridad esconde secretos y misterios esperando ser descubiertos.

¿Qué hacemos ahora?

Ya se habían acabado todas las excusas posibles. Sin remedio tenía que enfrentarse con la realidad. Había pasado demasiado tiempo engañándose a sí mismo. Había llegado el momento de preguntarles a todos ¿Qué hacemos ahora?
¿Dejamos que nos sigan engañando o ponemos punto y final a todo esto?
Ojala mañana todas las urnas del mundo aparezcan vacías .Se darán cuenta entonces de que no tienen a nadie a quien representar.

La perdedora de tiempo

Solía pasarse las horas contemplando el mar, o la montaña, el río, las hojas de otoño, los pájaros, la lluvia caer, la nieve en los tejados, las flores recién abiertas, las nubes en pandilla sondeando el cielo, incluso los desconchados del techo.
Sus padres desconcertados la habían llevado a un especialista. Después de muchas pruebas y análisis, el doctor les había citado en su consulta. Ya tenía un diagnóstico. Se quitó sus gruesas gafas y clavó sus ojillos en los desconcertados progenitores.
Les dijo gravemente: Ya sé lo que le pasa a su hijita: es una “perdedora de tiempo”.
Y dicho esto volvió a colocarse sus gruesas gafas con las que parecía mirarles desde una lejanía inescrutable.

Begoña Ramírez Joya.

Encuentro de Escritura en Acción - Nerja

El día que se murieron los políticos

Los ciudadanos andábamos de un lado a otro turbados, optimistas, pesimistas, riendo, llorando pero siempre muy alborotados. Un grito unánime se oía en todos lados “Se han muerto los políticos”. Unos cantaban y saltaban por las calles diciendo “Se nos acabaron nuestros problemas” mientras otros clamaban entre lamentos “Esto es el fin del mundo” Ni lo uno ni lo otro ocurrió. Cambiaron caras, cambiaron palabras pero no cambió el problema. Al cabo de poco tiempo todo volvía a ser parecido o igual que antes.
La responsabilidad del problema no es sólo de un oficio, un título, un cargo o un grupo de la sociedad. Todos y cada uno somos parte del problema en la medida que no nos responsabilizamos de ella. No nos engañemos, no somos mejor ni peor por estar arriba o abajo sino por la actitud que tenemos y las decisiones que tomamos en cada momento. En todos lados hay gente generosa que quiere ayudar a los demás y gente egoísta que sólo le importa su propio interés.
Me llama la atención como criticamos a los dirigentes lo mismo que hacemos nosotros en la medida que podemos.
El problema está dentro de los seres humanos: en la desidia, en el deseo de poder, en la avaricia, en el egoísmo, en la pasividad, en la comodidad y en todo lo que favorezca la manipulación. Existe una cierta ventaja en que nos dirijan, en ser tratados como niños. Podemos criticar y ponemos en otros toda la responsabilidad de las consecuencias sin necesidad de asumir la nuestra.
Sólo cuando seamos capaces de responsabilizarnos de nosotros mismos, de nuestro entorno y de nuestra gran comunidad entonces no será necesario que mueran los políticos pues habrán perdido toda su fuerza manipuladora y oscura. Mientras tanto, tendremos necesidad de que nos dirijan, nos organicen y habrá siempre personas que lo hagan en su provecho sin importarle las consecuencias y nosotros podremos criticar a los dirigentes (padres) como (niños) libres de toda responsabilidad.
Cambiemos nosotros y cambiarán los que nos gobiernan.

Lola Carmona , 5 de noviembre del 2011

¿Qué hacemos ahora?

Dijo en voz alta para que Luisa lo escuchara desde otra habitación. Siempre que llegaban las 5 de la tarde Virgilio, como un resorte, se despertaba del letargo y quería actividad; sin embargo, pretendía que su mujer fuera la que le tuviera organizado lo que tuvieran que hacer.
No escuchó respuesta, lo que le dejó con gran preocupación pues él se sentía incapaz de decidir por sí mismo algo en qué ocupar la tarde ya fuera de trabajo u ocio. Volvió a repetir la frase, pasado un tiempo prudencial y siendo consciente de que algo raro ocurría se fue directo a buscarla por la casa para recriminarle su falta de atención. Al cabo de un rato sin resultado alguno y con la cara descompuesta encontró un papel sobre la mesa de la cocina que ponía. “Me voy porque no te aguanto más, yo voy a hacer lo que me de la gana y tú vete a hacer puñetas.

La perdedora de tiempo

Mariquilla era una niña a la que le gustaba pasar las horas imaginándose historias o viendo simplemente el vuelo de los pájaros, por eso en su casa siempre le decían que dejara de perder el tiempo. Eran tantas las veces que se lo dijeron que empezó a perderlo de verdad. Un día se dio cuenta que había perdido una hora pero a la semana siguiente fue toda una tarde.
Mariquilla fue creciendo y con ella el tiempo perdido. Las horas se convirtieron en días, los días en semanas, las semanas en meses y los meses en años.
Al principio no quiso darle mucha importancia pero cuando las horas pasaron a días decidió apuntar en su diario el tiempo que perdía pues cada vez era mayor el espacio que quedaba fuera de su sitio.
Ante tamaño problema ella no se amilanó sino que se dispuso a hacer todo lo que estuviera en su mano para poder encontrar el tiempo que le faltaba. Investigó todos los métodos para encontrar cosas: hizo control mental, rezó a San Antonio, molestó a San Cucufato y todo lo que se le dijo que funcionaba. Ella empezó a utilizarlos concienzudamente y funcionaron; sin embargo, no conseguía el resultado esperado pues en vez de encontrar la hora de ese mismo día encontraba la de hace unos 7 años y a vez que hacía ella con esa hora que ya se le había quedado chica y no le servía, cuando la que necesitaba era la que tenía la cita con el peluquero para esa tarde.
Cuando empezó a encontrar masivamente aquella cantidad de tiempo, que no sabía en qué ocupar pues le llegaba con retraso, se vio abocada a liquidarlo como única solución de control. Así que parte de su vida la dedicó a matar el tiempo.
Alguien le comentó alguna vez que por qué no se dedicaba en esas horas muertas a inventarse historias o simplemente contemplar los pájaros es decir, disfrutar de la vida.

Lola Carmona 5 de noviembre del 2011