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martes, 29 de marzo de 2016

FRANCISCO JAVIER MARTÍN FRANCO NOS RESEÑA SU NOVELA “EL COLLAR DE LA MEMORIA”

HOY NOS PRESENTA SU OBRA… Fco. Javier Martín Franco
1) Este cuestionario lo leerán muchas personas, algunas no te conocerán. Preséntate a tus nuevos lectores.
Nací en Granada en 1964, aunque vivo en Almuñécar, cuidad de origen de mi familia materna, desde 1978. Mi actividad literaria comienza con la publicación de la novela La muerte roja, la conjura de Sexi, en 2001, editada por el Ayuntamiento de Almuñécar dentro de las actividades que se organizaron para el Bimilenario de la fundación romana de la ciudad sexitana. Al año siguiente (2002), agotada la primera edición, sale una segunda edición revisada de la misma obra publicada por la Editorial Alhulia. En esos años y en los posteriores colaboré con los periódicos Granada Costa y El Faro de Motril; así como en la fundación de la revista Voces, Cuadernos de literatura (con trece números publicados hasta la fecha), publicación de la soy en la actualidad su coordinador. En 2005 publique mi novela El tranquilo (Ed. Alhulia), ambientada en los dramáticos años de la guerra civil española. En 2011 publiqué, en colaboración con la escritora Begoña Ramírez, el libro de relatos Lluvia púrpura, donde se recoge parte del trabajo que desarrollé para las tertulia y lecturas en grupo de La casa de la palabras de Nerja (Grupo literario y artístico ya extinguido) así como en la Tertulia Entrelíneas de la misma ciudad malagueña. En este año 2014 obtuve el Premio Fac Quod Agis de narrativa de Segovia por mi relato Simón y cerveza; y el Premio de la Asoc. Al Ándalus de Burgos de narrativa libre, por mi relato Caballo de espadas.
2) ¿Cómo se llama tu nueva novela?
Mi última novela se llama El collar de la memoria.
3) Dinos, lo más resumido que puedas, cuál es el tema central de tu novela, en qué tiempo se desarrolla y qué has querido transmitir con ella.
Unos documentos escritos en aljamía hallados en Úbeda, desvelan una historia personal novelada, escrita por un morisco granadino llamado Rafael Torres (de nombre arábigo-andalusí: Abu Bakr Mustafa ben Yibril Al Isbany). La historia se desarrolla en los años posteriores a la toma de Granada (1492) y concluye en 1511. El personaje principal se traslada con su familia a Almuñécar y tras una serie de acusaciones falsas contra su familia huye a caballo de la ciudad llevando consigo a su amada, Juliana Ulloa, hija del corregidor de la ciudad. Su huida por distintas ciudades de Andalucía (Andújar, Úbeda), de La Mancha (Almagro) y de Castilla (Toledo), llevará a esta pareja a conocer las últimas raíces del sufismo andalusí, por medio de la mística de Úbeda Yehuda.
4) ¿Se ha publicado en papel o en digital? Dinos con qué editoriales y no dudes en poner su página web para que podamos conocerlas.
La novela está publicada en papel por la Editorial Alhuliahttp://www.alhulia.es/web/?slug=product_info&products_id=603, que además la tiene disponible en formato digital.
5) Los autores nos encariñamos con nuestros personajes. Háblanos de ellos y dinos cuál es tu preferido.
Mi personaje preferido quizá sea Antón Tarugo, un niño toledano huérfano que Rafael Torres, el Morisco, encuentra en una calleja de la judería toledana y que acaba siendo su asistente personal y su gran amigo, Luego lo renombrará como Antón de Toledo. En él he querido dejar, como un guiño, mi humilde homenaje a la novela picaresca.
6) Las ideas surgen como chispas, a veces nos vienen cuando menos nos lo esperamos. ¿De dónde partió la idea de escribir esta historia?
Al Ándalus empezó a ser para mí una suerte de obsesión por reencontrarme con mis raíces. Leí el libro de Ignacio Olagüe La revolución Islámica en Occidente, publicado primero en Francia con el título Los árabes jamás invadieron España, dejándome una idea muy distinta y reveladora que contrastaba con aquella historiografía de mitos y reconquistas aprendida en la escuela. Luego vinieron muchos más libros de historia y novelas sobre Al Ándalus, hasta que me atreví a escribir mi propia novela sobre aquella parte de nuestra historia. De ahí el título de “Collar”, tan andalusí (también como colección de relatos sobre Al Ándalus que aparecen a lo largo del texto), y “de la memoria”, tan relacionado con la historia, que aunque tergiversada, nunca puede ser extinguida del inconsciente de los pueblos.
7) La novela histórica es un trabajo muy arduo. ¿Cuánto tiempo te llevó documentarte y recopilar todos los datos suficientes para desarrollarla?
Para escribir esta obra estuve más de un año, aunque las lecturas de documentación y decantación de la historia andalusí, incluida la lengua árabe y del Islam, las había empezado varios años atrás.
8) ¿Qué fue lo más anecdótico que te encontraste en esta documentación?
Una anécdota que leí durante mis trabajos de documentación fue que el rey de Francia, en sus misivas diplomáticas al emir de Al Andalus, Muhammad I, lo tratara como regis hispaniae, es decir: Rey de España.
9) ¿Por qué crees que esta novela merece ser leída?
Me gustaría que mi novela El collar de la memoria se leyera con una doble finalidad: la de entretener, trasladando al lector con sus personajes y sus escenarios a aquellos años duros pero hermosos; y, además, si se diera el caso, la de aprender algo más de nuestra historia, para que nos ayude a conocer mejor nuestro presente.
10) Déjanos abrir boca. ¿Nos permites leer un trocito de ella?
Del capítulo titulado El salvador.
Ya divisaba la puerta del convento en la plazuela Frailes de la Victoria, cuando oí las campanadas del ángelus. Un monje joven me recibió sin mediar palabra haciéndome señales para que lo siguiera. Supe luego que era sordomudo. Entramos en un recoleto huerto, adonde había unas higueras cargadas de fruto, y unos parterres recién labrados donde crecían los rosales. En seguida entramos al refectorio, tan sobrio como parecía el resto de dependencias. El convento, levantado sobre terreno cedido, no era sino obra sencilla, transitoria, pues en el futuro se proyectaba un edificio más sólido y definitivo. Allí me esperaba Juliana, que departía con el prior, un fraile de luengas y grisáceas barbas, bajo de estatura y de mirada distraída. Pero sólo en apariencia, pues pronto descubrí cuán al corriente andaba de todo.
–Buenos rasgos ostenta el caballero para nuestro Salvador, yo diría que semitas –dijo el prior con cierto acento extranjero esbozando una sonrisa.
–No sé cuáles serán esos rasgos semitas –dije–, pero creo que los míos no son sino andaluces, que al serlo son ibéricos, latinos, bereberes, árabes hasta godos; pudiendo incluir, si gusta su reverencia, el perfil de los semitas.
–Cierto, joven. La mezcla de razas parece cosa común en estas tierras.
–Es tan inevitable como el amor y yo diría que tan deseable, pues a eso nos conminó Jesús al decirnos: amaos los unos a los otros.
El viejo fraile se tragó la respuesta; puso sus ojos de despistado en la puerta del patio y, excusándose con asuntos de capilla, nos dejó solos delante de los caballetes, los oleos, las linazas, los barnices… que exhalaban en el aire un olor soporífero.