Vistas de página en total

sábado, 25 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad


Begoña .Entrelineas.

La lluvia no se ha dado descanso en varios días. El cielo parece haberse roto definitivamente. Si fuese un llanto por todo lo que la humanidad hace a diario se podría decir que la tierra está muy, muy triste. En otros lugres nieva que para el caso es lo mismo. En un rincón de una calle cualquiera de cualquier ciudad en cualquier país del mundo vive Carlos, se trata simplemente de ponerle un nombre. Son ya casi las ocho y dentro de muy poco en cada casa se celebrará la Nochebuena Después de la cena en familia ha quedado con sus amigos, auque a quien tiene más deseos de ver es a Adama . Es senegalesa y tiene su misma edad 17 años. La cena ha transcurrido con algunos incidentes, como todos los años su abuelo y su padre han discutido de política. Han terminado gritando y echándose la culpa el uno al otro de la crisis mundial. Total a mi me da lo mismo que la culpa la tenga mi abuelo, mi padre o los bancos que es lo que dice todo el mundo. El caso es que estamos jodidos. Sobre todo los jóvenes que siempre pagamos los platos rotos. Aunque a mí lo que de verdad me importa es la sonrisa de Adama. Esta tarde antes de la cena hemos ido toda la pandilla a dar un paseo por el río. Venía muy crecido por la lluvia. Nos hemos puesto a bromear sobre qué pasaría si alguno de nosotros fuese arrastrado por la corriente. A menudo pensamos esas cosas, no me asusta demasiado la idea de la muerte. Algunos chicos han querido bajar par ver el torrente de agua más cerca y Adama y yo nos hemos quedado juntos. Sentía el corazón latir con mucha fuerza. Una suave brisa me acariciaba la cara y ella me ha sonreído. Si en ese momento hubiera podido abrazarla seguro que hubiera estallado. Creo que la razón del mundo habita en sus manos. Son casi como el chocolate, marrones, casi negras, y pequeñas, mucho más pequeñas que las mías. El otro día le escribí un poema. Aunque ella no lo sabe porque me da mucha vergüenza.
A las once he bajado por fin a la calle. Me han echado la bronca porque los jóvenes somos unos descreídos que ya no guardamos las buenas costumbres.
Hace tiempo que dejé de creer en los dioses. Pareciera que en el fondo no dejáramos nunca de necesitar al padre, como lo llaman en la mayoría de los credos o la madre que nos tutela y protege. Condenados a ser siempre niños revoltosos necesitados de castigos y educación para no torcer el camino.
Nos negamos ciegamente a construir nuestro destino bajo nuestra responsabilidad y tutela .No nos fiamos de nosotros mismos.
De nuestra propia honestidad y nuestra propia fuerza.
Es un fastidio pero sigue lloviendo, Adama no ha venido .Su padre no le ha permitido salir tan tarde.
Creo que no se fía de mí y casi lo entiendo. Joven occidental malcriado en la opulencia, enganchado a la televisión y los videojuegos, la cola cola y la comida basura
Mañana es navidad y me acercaré a su casa. Tengo un regalo para ella. De mi propia cosecha. Venceré mis pudores y le daré el poema que le escribí.

Poema de amor

Mi casa son tus manos
Y mi morada tu pecho.
En la danza de tu cuerpo
Renace cada día el universo
Y aunque nos habite el eco
De los ruidos del mundo
Mi casa son tus manos
Y mi morada tu pecho.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Amores que matan


No creo que mi reflexión hoy vaya muy de acuerdo con los temas que habéis dado. Pero ya sabéis que no siempre puedo adecuarme a las propuestas. Para empezar les cambio el refrán. Es que pensando en el tema de la violencia, a mí se me vino a la cabeza otro que me sirve muy bien para lo que quiero expresar. “no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a ti”.
Reflexionando sobre la violencia, me doy cuenta que no creo que existan diferentes violencias. Me explico: no creo que haya solo violencia de género y que esta en sí misma sea el peor mal. Entiendo que la historia ha hecho que tengamos que hacer discriminación positiva para defender a tantas mujeres víctimas de la violencia de género, pero no quisiera que esto nos haga perder de vista que lo malo, la violencia, no lleva apellidos. Violencia de género, violencia infantil, violencia a los ancianos, violencias en las aulas etc. Por lo que primero deberíamos pensar en erradicar la violencia lleve el apellido que lleve. De ahí el refrán, si ninguno de nosotros le hiciera a su prójimo lo que no le gustaría recibir viviríamos todos en paz.
Aun así no dejo de darme cuenta que lograr esto no es fácil.
Condeno toda forma de violencia y pienso que ésta solo se puede erradicar desde la educación en igualdad.
Desde la educación porque pienso vivimos en una sociedad violenta, que está tan acostumbrada a recibir y repartir violencia, que en el día a día ni se percata de lo que está pasando.
La violencia no tiene porque ser solamente física, la violencia puede estar inserta en cada uno de nuestros actos.
Desde quien no responde un saludo, a quien ejerce sobre otro una critica malsana, está ejerciendo violencia y visto de este modo no son solamente las mujeres las victimas, sino toda la sociedad que no sabiendo reconocer la violencia la recibe y la ejerce a diario, sorprendiéndose luego cuando alguien que no asume vivir en sociedad, le quita la vida a otra persona solamente por pensar diferente, por no acatar, o por cualquier razonamiento ilógico que se quiera hacer, ya que quitar una vida nunca tiene lógica.
Pero ¿no quita la vida igual un/una maltratador psicológico que día a día intenta convencerte de lo poco que vales y lo mal que lo haces todo? esto también existe y no solamente dirigido a las mujeres, en realidad, el maltrato de esta forma es mas común en los niños que a su vez se defienden generando violencia.
Si, la pescadilla que se muerde la cola, por eso erradiquemos la violencia, ¿cómo? para empezar no poniéndole apellidos, dejándola sola, porque todas sus maneras son reprochables, educando en la igualdad, y la igualdad real también tiene muchas aristas, no es la ley igual para todos, ya que no hay un todo, sino un individuo sobre la que se va a ejercer.
Por eso la igualdad debe ser que cada quien cuente con las herramientas que le hagan falta para desarrollarse como persona, sin necesitar ejercer la violencia de pasar sobre otra, de desestimar ni excluir a nadie, ni de competir en competencias vanas, que a algunos enriquecen vilmente y a otros sólo les hacen sentir más sus "diferencias".
Que este año el día de la violencia de género se emplee en hablar y hablar sobre la igualdad, sólo la igualdad sin tapujos y sin límites puede hacer desaparecer aunque sea muy de a poco, la violencia que siempre se engendra en las diferencias.


Alicia Gaona. Tertulia Entrelineas

sábado, 2 de octubre de 2010

Mal de muchos



Por Begoña Ramírez Joya.

Siento cierta nostalgia de aquellos tiempos, en los que la pobreza asolaba nuestra comunidad, pero en los que se respiraba un ambiente más pacífico y armónico. Ahora todo el mundo recela de los demás o pretende ser o aparentar más que su vecino. Si existiera una máquina del tiempo viajaría todos estos años atrás hasta aquel fatídico momento en que la prosperidad económica llegó a nuestras vidas. Incluso mis relaciones personales se han visto afectadas pro este cataclismo monetario. Sofía, mi mujer, siempre fue presumida, algo que según se mire puede ser incluso una cualidad en una mujer.(En un hombre resulta de lo más ridículo.)Pero cuando pasó todo,
su obsesión por su propia imagen empezó a rozar los límites de la locura. Nuestro amor se fue derrumbando. Creo, o al menos así lo sentí yo, que empezó a quererse tanto a sí misma que ya no le quedaba hueco para nadie más.
Para amar no se puede ser egoísta, porque entonces lo quieres todo para ti mismo, ni vanidoso porque necesitarás que los demás la alimenten continuamente, con sus miradas de aprobación o sus aplausos silenciosos.
Así que su vida se convirtió en idas y venidas a centros de estética, tiendas de moda y dietistas, porque cualquier gramo de más la desquiciaba completamente. En aquel tiempo primero del que tengo recuerdos tan gratos, el barrio era un fangal miserable. Bien es cierto que así no se puede vivir, pero la gente se respetaba y se ayudaba. Bueno había algunos miserables. Ahora son los que tienen la casa más grande, bueno mansión podríamos decir porque son los que han manifestado menos escrúpulos a la hora de especular con todo lo que han podido. Todo comenzó el día en que se descubrió que la nueva autopista pasaría por nuestro valle. Algunos sabían lo que era una autopista, yo no. Siempre había vivido feliz rodeado de montes, no creí necesitar nada más. Y Sofía aunque malhumorada se adaptaba bien a aquella vida. El valle, los montes, las lluvias con su olor a tierra viva, el calor sofocante de las tardes del estío eran nuestro sitio.
Pero empezaron las expropiaciones y los talonarios por aquí y por allá y la gente se fue transformando. Y aunque bien es cierto que mal de muchos consuelo de tontos, toda esa pobreza compartida nos unía con unos lazos invisibles pero fuertes y rotundos. Al amanecer una luz pura como la piel del recién nacido iba iluminando poco a poco el valle, dando forma a las casas, a las calles, a los árboles, a las montañas. Todo parecía más limpio y más bonito bañado por esa luz inocente, que se repetía en cada amanecer y que cada día me sorprendía por su mezcla de belleza y esperanza. Entre estos montes aprendí a descifrar los enigmas de la naturaleza que ya no son tales para mí. El único secreto de la vida es la vida misma, y esta verdad tan simple nos lleva toda una existencia descubrirla; y a veces ni siquiera una existencia basta para descubrirlo y hacerlo nuestro. Por eso entre la verdad y la vida hace tiempo que elegí.

El día que deje los hábitos



Por Juan Pérez de Siles

El día que deje los hábitos ya no habrá nada que retenga al ser que mis padres engendraron, volverá a ser el niño que perdió, mirará con los ojos nuevos y verá la otredad sin aspavientos, el pasado solo será una referencia indolora. Dejará de ser una cosa aburridamente conocida, será libre y todo lo aprendido ya no será una pesada carga.
Vivirá sin la angustia de llegar tarde. El dolor será un protector y no algo rechazable
Y encontrará el ahora que es lo único que existe, se fundirá en su aquietamiento con los demás seres de universo y la muerte antes temida tendrá que pedirle permiso para llevárselo. Descubrirá que todo es sentimiento y que lo que ahora yo llamo vida solo fue una pesadilla soñada por la repetición.
El día que deje los hábitos ya no seré yo, será todo lo demás tal cual es, sin trampa ni cartón, ni más ni menos.

sábado, 18 de septiembre de 2010

La casa por la ventana


Lo más destacado de la casa son sus ventanas, ventanas altas y bajas, a un palmo del suelo, andaluzas, bellamente enrejadas, más por la belleza de su forjado que para impedir el asalto de posibles ladrones, sus valores materiales, aunque lo hay son humildes, y mantienen a una familia generosa y desprendida. Ya se sabe que los mayores ladrones entran sigilosamente en tu casa y en tu bolsillo por otros lados, puertos francos del ladrón de cuello blanco, ineludibles en esta sociedad de papel moneda, dinero deuda que no es más que extracto digital en una red de usura. Pero la economía no preocupa a Aurora, matriarca de la casa, sultana Azahara y hasta madre milagrosa de este rincón del mundo. Pues no pasa un día en que su voz de agua vivifique las corrientes de la vida familiar que ella bien sabe que son lo único importante, la vida misma, un espacio de convivencia, un recinto privado en mitad de la calle, bañado con la luz que a todos alumbra. Allí las vecinas y vecinos son a menudo intimidad de tranco, las menos veces cal y canto, y siempre un continuo visillo o una hiedra de tapia con sus raíces en otro domicilio. Aurora sabe que hay que dejar en la puerta la película diaria, respirar en el recibidor el aroma de casa, calzarse las babuchas de la humildad, buscar una prenda sincera y, viendo oportunidades más que problemas en el día a día, tomarse el baño reconfortante del cariño.
Ella lo oyó de su abuela, que era guapa, elegante y escribía largos poemas, y su abuela a saber de quien, decía que las personas son como las cebollas, tienen dispuestas sobre sí distintas capas, veladuras que envuelven otras. Unas son los deseos del cuerpo y sus pasiones locas; otras la hipocresía, la vanidad, la simulación de aparentar lo que no se es; que siempre te adoren y obedezcan sería otra de estas capas, y la avaricia y la envidia las más gruesas y profundas. Si comienzas a mondar tu propia cebolla, y poco a poco te vas deshaciendo de casco tras casco, de veladura tras veladura: ahora los deseos vanos, ahora las vanidades, las envidias también; al cabo, después de llantos incontenibles y picor en el alma, tras la última capa: no hay nada. Sin embargo Aurora prefiere contárselo a su nieta de esta otra manera, libre de velos revive la nada, el espacio vacío entre los latidos de la vida, que es el principio y final de todo lo creado, otra cebolla pero esta más trasparente todavía que la luz, más fina que las alas de los ángeles, y cuya esencia es el Ser, el silencio elocuente, la paz, la sabiduría, el amor de Cristo… ¡Y Al´lah!, exclama la amiguita de su nieta de nombre Jadiya, que muchas tardes viene a jugar a casa. Sí, cariño, Allah también.
La familia de Jadiya es descendiente de los últimos moriscos que fueron expulsados de Granada, pero también de otros muchos puntos de España hace ahora cuatrocientos años. Sí, Mi abuelo tiene la llave de su casa de Granada, es muy grande y la guarda en una cajita de taracea, dice Jadiya cuando se le pregunta. A los miembros de aquellas familias españolas los obligaron a echar la casa por la ventana, y a tirarse ellos detrás dejando allí suelo, ladrillos y mobiliario; es decir, a llevarse lo puesto y lo que apenas cogía en un arca, dejar sus casas, sus animales o sus huertas, subir en multitudes a un barco y arribar días después en otra orilla, en una tierra extraña, en la que con todo lograron salir a adelante, siempre con la nostalgia de su tierra. Allí les llamaron “los andaluces” y la cultura y costumbres que traían con ellos, ha permanecido hasta nuestros días. Incluso una niña como Jadiya, de nueve años, se atemoriza de las razones de tan magno destierro: Los grandes de España y sus cómplices de sotana no podían soportar el hecho de que los herederos de Al Andalus, además de llevar con elegancia, eficiencia y humildad los oficios y la fuerza de la cultura que sus antepasados construyeron, osaran seguir prefiriendo su fe (o mejor dicho: su manera de experimentar el mundo y el camino espiritual) y le rezaran a Dios (para ellos Al´lah, el Único, el que no tiene copartícipes) más veces (cinco al día) y de manera distinta (por supuesto, esta idea, aun concebida por cristianos, no tenía nada de cristiana); y para colmo hablaban con Dios en otra lengua, la misma en la que fue descendida la palabra recitada del Corán; una lengua que había corrido en tinta científica, filosófica y literaria durante siglos en esas mismas tierras, que había convivido con el romance hasta que éste se hizo castellano aportándole miles de vocablos. Por estas cerrazones y envidias cerraron definitivamente España después de haberles robado católicamente a los millones de moriscos el oro, la plata, las casas y las tierras; a muchos de ellos la vida en la hoguera, a todos el recuerdo y la repintada historia; pero nunca la dignidad. Tal vez en la escuela tampoco le alcancen a decir a esa niña de 9 años, que la expulsión de los moriscos constituye uno de los temas capitales de nuestra historia. Pues la tolerancia religiosa que había proliferado en la Edad Media, ejemplarizada en lo mozárabe, sefardí y mudéjar, (y hasta en el espíritu y letra de las capitulaciones de Santa Fe incumplidas al poco tiempo por lo cristianos), fue sustituida con la llegada de estos tiempos modernos, por esa política sectaria, inquisidora y asimiladora que los reyes católicos y sus sucesores impusieron en España.
Hoy Aurora recibe a su marido con una sonrisa que la delata y una pregunta indirecta, pero tan clara como el sol de la tarde de septiembre. ¿Qué día es hoy, Enrique? Él es un hombre alto y un poco cargado de hombros, siempre lo fue, aunque ahora con la edad se le acentúa todavía más. Alguien le dijo que muchos hombres llevan la curva de la felicidad en el vientre pero que él la lleva a la altura de los hombros; Enrique había agachado la cabeza muchas veces en su vida, pero nunca lo hizo por miedo o por cobardía, eso solo atrofia el gesto y encorva el cuello, él sólo lo hacía por respeto a la propia conciencia, que es una manera limpia de mirar el mundo y de vivirlo. Fue Siempre un hombre de fe, de esa fe no devota de ningún dogma religioso establecido, sino libre, destilada y decantada en el alma colectiva de su gente, por eso nunca desatendió a la razón. Recuerda las palabras del poeta: Si se intenta percibir a Dios por el camino de la razón conquistadora, Dios desaparece. Pero cuando la razón se descalza, mira el cielo desde la azotea, tira la casa por la ventana, y es capaz de entregarse, entonces se va desvelando el Misterio no como un enigma ni como una frontera, sino como el fondo sustentador del acto mismo del pensar. Y Ese Misterio nunca se puede averiguar, sólo se puede recibir.
Cierta vez, cuando Aurora ya entraba y salía de casa como una más, el tío Alfredo le desveló a Enrique el secreto de la convivencia en pareja. Consiste en dos cualidades principales, le decía como si la propia experiencia avalara sus palabras. Y debía de ser así, pues cada vez que lo veía con su mujer, la tía Encarna, siempre estaban haciéndose carantoñas o masajeándose los pies con una ternura de alfarero. Hay una cualidad para cada sexo, modelaba el tío su idea, que pueden ser también recíprocas y completarse con otras virtudes: el hombre tiene que darle a su mujer cariño: demostrarlo cada día, con un gesto, una palabra, una mirada…; el cariño es el mimo que toda planta precisa para que florezca; incluso en los momentos de enfado o reprimenda hay que usar un tono comedido y nunca deshonroso para ella. La mujer por su parte ha de darle a su hombre apoyo. Tener siempre dispuesto el oído y la atención para con sus cosas, abrirle su comprensión las más de las veces y estar a su lado en los momentos en que amenaza el traspié o la calamidad se avecina. Nada más se precisa para hacer que una pareja envejezca de la mano: cariño y apoyo.
¿Hoy?, pues creo que es 11 de septiembre, contesta Enrique con afilada ironía. Aurora tuerce el gesto y desvía por un momento la mirada. No se te ocurre nada más, pregunta de nuevo Aurora. A ver que piense… feliz aniversario, cariño, y el hombre la toma de la cintura para darle un beso. ¿Feliz aniversario?, dice ella esquivándolo. En mitad de la frase Enrique saca de su bolsillo una cajita de joyería. Felicidades, dice poniéndola entre sus manos. ¿La abres? Ahora mismo. La tapa se separa de la caja. Un anillo de oro blanco con un hermoso brillante surge en su interior. ¡Pero esto que es! Exclama con el fulgor de la piedra en sus pupilas. Un diamante de 50 quilates, los mismos que años llevamos en esta tarea. Esto será carísimo, ¿te has propuesto tirar la casa por la ventana? Prefiero gastar todo el dinero del mundo y agradecer que tú seas mi única y preferida anfitriona.
Franjamares,Septiembre 2010

domingo, 22 de agosto de 2010

Algo para recordar


Por Alicia Gaona


Caminaba despacio, sus niñas, mellizas, la acompañaban de la mano, una de cada mano. Pequeñas, sólo dos años; el vientre vacío, hacia ya unos días, los suficientes como para estar repuesta, había parido otra vida, pero ya no estaba a su lado.

Con dolor había decidido apartarlo de su vida, ¿adonde iba a ir tirando de esas niñas y de un recién nacido? ¿Con qué iba a alimentarlos? ¿quien los cuidaría mientras ella trabajaba?

Se dirigió con los pocos pesos que tenia hacia el norte, allí tenia familia, quizá la ayudarían.

No entendía como aquel hombre después de haber compartido tres años de convivencia y dos hijas había decidido que si tenía este ya no viviría con ella. No entendía, no podía tener sospechas de que fuera de otro, ella era una persona humilde pero honrada y si había estado con é sin casarse fue solo porque él no creía en los trámites y ella tampoco.

Nunca imaginó lo pronto que lo lamentaría, hoy se iba de su lado con sus hijas y a él no se le movía un pelo.

El viento soplaba indómito en el infiernillo, parecía que en cualquier momento las remontaría como a barriletes huérfanos por el cielo.
Un camión se detuvo, el hombre se sorprendió de ver a una mujer con dos niñas pequeñas al costado del camino.

- Puedo ayudarla? le dijo gentilmente.

Ella contestó :
- Voy a Bahía Blanca usted decide.

El hombre no lo pensó mas y se bajo a ayudarla a subir a las niñas y la mochila que cargaba en la espalda, por ultimo la ayudo a subir a ella el camión era bastante alto.

- Mire usted yo hago este camino dos veces por semana, pero nunca vi clima peor, es un invierno muy frío, mas arriba en la pampa ya me han avisado que hay que cruzar con cadenas, la nieve a cubierto la zona.

El silencio pesaba mas por momentos, el hombre hablaba solo, ella no dormía, pero parecía ausente, perdida en quien sabe que recuerdos.......

La noche caía sobre la pampa dibujando con las sombras espectros amenazadores, cada matojo parecía alguien agazapado a punto de saltar sobre ella.

Las niñas iban calladas aunque no siempre dormían, sus biberones se mantenían calientes gracias al último regalo que recibieron de despedida, dos fundas térmicas, una para cada una, que ahora los cubrían.

Igualmente tendría que ver que les compraba cuando este hombre se detuviera, no harían 1000 Km. solo con un biberón cada una. Con esos pensamientos dormitaba mientras el camión tragaba Kilómetros raudamente.
Se despertó sobresaltada, estaba en su casa, en su cama, en la calidez de su hogar su hijo menor ya iba a la universidad, estudiaba periodismo, sus mellizas una profesora y la otra veterinaria, su marido un hombre bueno.
Porque ahora con su mundo en orden había soñado con esa fatídica noche? porque la mantenían desvelada los recuerdos de una época tan desgraciada? Eso era algo para olvidar.....ya no tenia remedio......nunca sabría adonde estaba ese ser pequeñito y desvalido que dejo un día hace 24 años en brazos de una extraña.

Se levanto perezosamente, prendió el fuego y se dispuso a preparar el desayuno ya pronto empezarían a levantarse, cada quien a sus tareas. Ella quedaría en la casa, ordenando, sola con sus recuerdos, con aquel sueño que ahora traído a su memoria la mantendría alerta todo el día.

Horas mas tarde cuando ya se perfilaba la mañana como un buen día para salir de compras y hacer una buena comida para cuando regresaran sus hijos, sonó el teléfono, del otro lado una voz de mujer le pregunto:

Buenos días señora, ¿es usted Ana? ¿está sola? le puedo hablar de Comodoro Rivadavia del año 1981?

Se dejo caer en un sillón con el teléfono en la mano, en un segundo su cabeza se inundó con los recuerdos del sueño, en el próximo segundo, le faltaban palabras para no perder la comunicación con ese único lazo que la podía reunir con su pasado.

- Si señora puede usted hablarme, ni mis hijos, ni mi marido ignoran mi historia...........................esto, esto es algo para recordar.....

lunes, 2 de agosto de 2010

El Mantel

Por María Bueno

El mantel se mecía suavemente colgado del tendedero, se sentía feliz recibiendo las caricias del sol y la brisa de la mañana, pronto vendrían a recogerlo, lo doblarían con delicadeza y se lo acercarían a la cara para aspirar su aroma a ropa recién lavada, era una costumbre de ellos, al menos los que él conocía desde que era un mantel lo hacían.
“¡Qué tontería de relato!” pensara el lector, un mantel que piensa. Los seres humanos creen que solo ellos están vivos, y no es así, todo lo que existe en este planeta de una u otra forma está vivo. Son tan ególatras que piensan que solo ellos tienen emociones y sentimientos.
De mí, sé decir, que me he sentido muy triste y abandonado encerrado en ese cajón del aparador por tanto tiempo junto a los otros manteles y servilletas. La dueña de la casa, a la que todos llaman ¨ abuela¨ al quedarse sola ya no utilizaba el mantel. Tenía uno individual.
Nosotros los grandes permanecíamos guardados en el cajón, completamente olvidados.
Hasta que un día alguien lo abrió y exclamo ¨¡este mismo abuela!¨ ¡si venga! Vamos a poner la mesa. Desde entonces he vuelto a estar en mi salsa, me ponen en la mesa, me lavan, me planchan, total que vuelvo a sentirme útil.
La casa, donde hasta hace poco reinaba el silencio, solo interrumpido a veces por el ruido monótono del televisor, parece haber despertado de un profundo sopor. Ahora todo son risas gritos y barullo de niños, charlas de mayores y aromas y olores que hacen a la casa resurgir de nuevo a la vida.
La hora que más me gusta es la de la comida, porque yo vuelvo a ser protagonista (También nosotros tenemos nuestro ego) de pronto se oye una algarabía, ruidos de platos, vasos, cubiertos y se escucha la voz de la abuela; ``Niños poned el mantel que vamos a comer`` (me esponjo al oírlo)
Los niños, comen sin mucho cuidado y me manchan, los padres le regañan, pero la abuela siempre media entre ellos. ¡Piensa como yo! Que para eso está el mantel. Luego me volverán a lavar y aquí no paso nada.
Los niños, alegres y vivaces se levantan rápido de la mesa para irse a jugar. A los mayores les gusta la sobremesa, charlan, comentan, se ríen mientras toman su café.
Hoy se han puesto serios. `` Sentimos mucho mamá causarte tantas molestias, pero al quedarnos los dos sin trabajo, ¿Qué íbamos a hacer? ¿Dónde nos metíamos?`` “Nada……nada…..hija, no hay de qué hablar, ¡esta es vuestra casa! Ya encontrareis algo, mientras tanto, un plato en la mesa no os va a faltar.”
La hija agradecida abraza y besa a su madre. Y yo mudo testigo de la escena no puedo dejar de sentirme un poco egoísta, al pensar que no hay mal que por bien no venga, a mi que estaba a punto de apolillarme en el cajón, me ha venido su llegada de “PERLAS”.

domingo, 1 de agosto de 2010

Refranes



Por Diego Pérez Sanchez



No por mucho madrugar amanece más temprano

Aunque a quien madruga, Dios le ayuda.

Y no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

Cada cosa a su tiempo...y los nabos en Adviento.

A camino largo, paso corto, que con paciencia se gana el cielo.

Y más vale tarde que nunca.

Y si el tiempo es oro, no es oro todo lo que reluce,

 ni hay que empezar la casa por el tejado,


Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo,

que hay más días que longanizas,

y es mejor consultar con la almohada.
 

domingo, 27 de junio de 2010

Ensoñaciones Urbanas



Por Pepe Guerrero


Serajaugsol, aunque pequeña se consideraba una gran urbe situada en un enclave escarpado y montañoso. De origen morisco, fue un emporio de primer orden en su época de esplendor al menos a ojos de los residentes pese a no sobrepasar las tres mil almas. Albergaba en su jurisdicción un sinfín de excelentes cultivos y comodidades que seducían al más exigente hasta el punto de fomentar la envidia de los pueblos limítrofes. Gozaba de gran bonanza, de abundante agua, fresca y cristalina, que manaba de la misma mina del barranco que lo abraza por el costado derecho, encontrándose a menos de trescientos metros y con la cual saciaban la sed del cuerpo y las ansiedades del espíritu.
Conservaban la mayoría de las tradiciones y se reconfortaban sobremanera mitigando las desdichas con mucho amor. De la mina manaban a su vez comprensión y consuelo para las muchachas que acudían con los cántaros sedientos a llenarlos del generoso elemento.
Allí la gente se descalzaba alegre por la calle, se soltaba el pelo plácidamente sacudiéndose el polvo de los zapatos o las miserias que le brotaban interiormente, los secretos, las rencillas entre iguales, o las aventaban a la intemperie en las aireadas eras que se erigían a lo largo y ancho del desnivelado campo.
Las costumbres persistieron durante varias generaciones. Así los quintos celebraban el peculiar ceremonial el día del alistamiento degollando un cordero o una altiva cabra siendo cocinado por las ásperas y arrugadas manos de hombres curtidos en mil batallas -Marruecos, Cuba, Filipinas, Países Bajos o la misma piel de toro-, pero se fueron viniendo a menos y acuciados por la necesidad extrema ello cristalizó en fugas masivas a la Europa Verde, a tierras norteñas o a la otra orilla del charco en la década de los cincuenta y sesenta. Buscaban un nuevo amanecer, unos suculentos ingresos que les permitiesen cabalgar indemnes por el lodazal reinante y abastecerse de materia prima extraída de aquellos territorios hasta entonces desconocidos por ellos.
Posteriormente retornaron con los rostros sonrientes a la tierra madre, la que les vio nacer. Poco a poco fueron adquiriendo un cachito de huerta por acá, un terrenillo de vega o secano por allá, y los enseres de las casas los fueron adecentando y renovando cada uno a su medida, generando chispeantes alicientes que aliviaban la desazón de las cuestas –también la de enero, cuyo frío los achicharraba- que por doquier proliferaban.

Las costumbres se mudaron con el paso del tiempo. Los gustos tenían otro color, aunque el sol asomara siempre por el mismo lugar. La historia tiende a repetirse. El ser humano sigue tropezando dos veces en la misma piedra. Y entre dimes y diretes la desconexión creció echando raíces donde menos se esperaba y se expandió por inverosímiles vericuetos.
Y saltaron a la palestra la ambigüedad y la doblez. Se robusteció la endeblez de la cabeza humana. Así ocurría que unos vecinos pasaban por la calle de tapadillo pensando en las labores que debían ejecutar ajenos a los demás, otros cruzaban la calle principal disfrazados, con la cabeza apuntando al cielo en actitud chulesca y desafiante, a lo mejor rumiando grandes hazañas. Algunos ya ni se saludaban entre sí o como mucho esbozaban un gesto seco, hueco, mirando para otro lado como si fuesen a hurtarle la cartera o los rayos de sol que les iluminaba, el sol radiante que encendía la mañana.
Un cojo pasaba irradiando desasosiego con aire malhumorado, molesto por toparse con el panadero, que acaso venía masticando chicle o pesadillas o fantasías rotas en el espejo de los días, porque en reiterados sueños se le había aparecido como enemigo irreconciliable. Una mujer con larga cabellera, un oscuro lunar en la mejilla y la nariz torcida por una desafortunada caída daba la mano a los haraganes que vagaban silenciosos por las esquinas; unos cuantos mozalbetes daban los buenos días a unos soberbios carniceros que se subían a lo alto de los árboles amenazantes; el maestro mendigaba paciente a la puerta de unos mendaces iletrados. Eran distintos episodios o facetas de sueños o pesadillas que se concretaban en la rutina diaria.
En ciertas ocasiones el caldo de cultivo consistía en sentirse atrapados por un traidor, o simplemente haberles mojado la oreja en una horrible correría nocturna de juventud al punto de haberles atravesado la afrenta el corazón.
Rememoraba algún desconocido en primavera que había sido maldecido por los ojos de un bizco que se agitaba evanescente perdonándole la vida.
Una joven cruzaba por la calle con minifalda y tacones de aguja, con aires sensuales y de súbito un transeúnte imaginó a Marilyn Monroe al alzarle la falda una nerviosa brisa vespertina mas una tormenta inoportuna comenzó a disparar de repente su artillería de truenos y relámpagos acabando con los amores del sueño.
De cuando en vez esos chisporroteos –soñados, imaginados?- decretaban el comportamiento y despertaban la curiosidad del viandante en tales instantes tan extraños dejándose arrastrar a un mar de ilusiones compartidas o de odios irreconciliables o de tiernos atardeceres en la alborada de la existencia.
Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de amor, de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.

domingo, 20 de junio de 2010

Vivir para Vivir




Por Juan Pérez de Siles



Mientras los demás hacían colas interminables para conseguir un poco de agua de las pocas tomas que quedaban en aquél desierto de escombros perfumado, de aquél olor fétido que se desprendía de los cadáveres mutilados y medio enterrados, él, mirando al horizonte y con la vista desenfocada tal vez para no sucumbir al horror que le rodeaba, seguía fiel a sus principios de no hacer mal a nadie ni aún para defenderse. Caminaba consciente del andar, concentrado en sí mismo. Apenas podía respirar, el fuego intenso y descontrolado que devoraba todo por doquier consumía el aire, pero él seguía, ahora ajustando la respiración al ritmo de sus pasos. Un griterío de fondo de gentes desesperadas interrumpía de cuando en cuando su ensimismamiento libre de culpa puesto que sabía sin la menor duda que nada podía hacer por los demás, ni siquiera por sí mismo.
Sin perder de vista el horizonte vislumbraba un atardecer espléndido al fondo de aquella siniestra calle de una ciudad ya desconocida. Sentía la sed y el hambre. La primera le atacaba sin piedad y empezó a observarla para no pelearse con ella, ni se le ocurriría ponerse a hacer cola y esperar.
Caminaba y caminaba sin tener misericordia con sus pies. Chocaba a veces con otros tan perdidos como él en aquél mare mágnum, ahora choca con una mujer que lleva en sus brazos lo que debió ser su hijo, cruzaron las miradas y él vio que ella no quería nada
Salvo expresar a alguien su infinita desgracia. El no respondía a semejante ataque y continuaba. Ni una lágrima escapaba de sus ojos, el agua era indispensable. Casi iba por el aire mirando al horizonte con la vista desenfocada y atento a todo lo que surgía en su mente para no perder ni un instante discutiendo consigo mismo .Pero la sed, la sed con su monólogo chillón e ininterrumpido casi le hacía ceder a la esperanza del agua segura. El seguía con su mirada puesta en el horizonte y se dio cuenta de que no veía nada en particular y sin embargo lo veía todo incluyendo los fugaces pensamientos que trataban de responder a semejante caos.
Viento, viento tráeme aguacero, viento, viento tráeme canción, triste está la tierra que cultivo yo, como quema el fuego de mi corazón. Le vino a la memoria esta canción de Atahualpa, un día la cantó cuando pensaba que eso era importante, y acompasó sus pasos a ella. Ya volaba, el horizonte seguía allí pero ya no estaba lejos ni cerca, esta allí, donde quiera que pusiera su mirada desenfocada, estaba el horizonte como fondo de todas las tragedias que presenciaban sus ojos.
En esa extraña ausencia en la que se movía si cesar sintió que nunca había estado tan vivo y lúcido y mirando sus manos sabía que no le quedaba otra: Vivir para Vivir. Decidió seguir caminando. Al fin y al cabo nada tenía que perder y nadie en realidad había asegurado que existiera un fin de trayecto.



* Principio Abierto de Begoña Ramírez Joya para la tertulia Entrelineas

domingo, 6 de junio de 2010

El secreto de la vida



por Diego Pérez Sánchez

Entró en la caverna, decidido a descubrir de una vez por todas, el misterio de la creación. No radicaba, de eso sí que no le cabía la menor duda, en la repetición, por eso sabía que tenía que alejarse de su ego, siempre buscando reflejos y espejos en los que proyectar su engreído sí mismo, el mismo que, buscando seguridad, repetía los mantras en aquel monasterio donde le llevo su engañosa búsqueda. No, no era buscando en el pasado, ni en nada conocido, donde podría encontrar lo desconocido, lo verdaderamente creativo y nunca visto. Sólo en aquella caverna podría desvelar los misterios, deshacerse de las sombras que perseguían sus días.
Entró, sin pensarlo más, como atraído por un fuerte imán hacia el centro de la tierra. ¡Qué curioso que en los libros de astrología se hiciese tanto hincapié en el sol y la luna, en planetas y estrellas lejanos, y no se mencionase la tierra! Como por nuestro ego, estamos tan penetrados por ella que ni la vemos. Pero está ahí, y nos sujeta con su fuerza geocéntrica, impidiéndonos volar, como una madre temerosa y cauta.
El pasillo se hacía cada vez más angosto y la oscuridad enunciaba su triunfo, lenta pero confiada, inexorable, envolviendo su temblorosa decisión. No tenía miedo, ¿qué podía pasarle? En el peor de los casos, y si no encontraba nada, siempre podía volverse atrás, a la monotonía de sus días, la vacuidad de sus noches, el cómodo desamparo de lo conocido.
Siguió penetrando más y más los entresijos de aquella gruta, de la que había desaparecido ya todo rastro de luz diurna, pese a que el sol brillaba en su cenit.
El frío de aquella noche inviolada le calaba los huesos y su piel tensa, impulsándolo a moverse con mayor rapidez, siempre adelante. Empezó a olvidar el tiempo que llevaba dentro de aquella caverna, caminando con prisa, siempre hacía dentro, como buscando el fondo. El estrecho pasillo descendía efectivamente, con una inclinación vertiginosa, pero esto, más que detenerlo, lo invitaba a avanzar. El frío se fue trasformando en calor: sin apenas percibirlo se encontró ardiendo, abrasado por la luz.

domingo, 2 de mayo de 2010

El pulpo,los pulpos y yo




Mari Carmen Martinez



Venían amigos a comer le habían pedido que prepara pulpo a la gallega ,pero a ella cocinado así no le gustaba : siempre se le antojaba demasiado seco por más aceite que le pusiera ,además hacia tiempo que se le había acabado el pimentón de la Vera y hasta que no volviera su amigo Felix a Caceres no le volvería atraer...

No ,lo cocinaría en fritillo ,como en pisto ,era más jugosos. Además con una buena ensalada verde delante y una tarta de queso de postre tenia un menú más que equilibrado.

Tenia que darse prisa ,para llegar pronto al mercado.

Los mariscos y los pescado ,mejor a primera hora ,incluso si se podía verlos descargar ,así se aseguraba que no le vendía mercancía atrasada.

Adoraba los mercados. De hecho ,al igual que otras personas cuando visitaban una ciudad nueva no se perdían iglesias y museos , ella no dejaba de visitar los mercados d abastos. El ruido ,los olores ,el colorido de los puestos,los alimentos peculiares del lugar...esos puestos donde te reconocían extraña y te daban a probar...

Por ahora se quedaba con el de la Boqueria y con el de Valencia...Bilbao y Sansenxo tampoco estaba mal le traían recuerdos...recuerdos de la Ría,del Gugenheim ,recuerdo del mar...



Compraría tres pulpos pequeños mejor que uno grande .Siempre estaban más tiernos y costaba menos cocerlos .Odiaba el método del apaleamiento en la orilla para ablandar el pulpo y tambien el meterlo en agua caliente agua fría para romper las proteínas...



Tres pequeños ,allí estaban sobre el mármol des puesto,andando ,reptando,deslizando es ,huyendo.



“- Hola Fina ,saludo efusiva mente a la pescadera de confianza ( la carne y el pescado en puesto de toda a vida ,de confianza le había enseñado su madre...) Pon me esos 3 pulpillos.

-Acaban de traerlos te saldrán bien , no te olvides del laurel...

-No no me olvidaré...



Se paso por el café del mercado .Hacia tiempo que su estomago no toleraba los churros ,de allí de allí ni de ningún lado,pero seguí gustando el café . Tenia algo especial y Pepe siempre con sus bromas ,su barriga oronda debajo de blanco delantal le contaba algún chiste nuevo y la hacia sentirse bien ,le gustaba sobre todo a primera hora cuando aun no había demasiada gente.





Compró la verdura al final para no ir demasiado cargada.



Al llegar a casa ,metió los pulpitos en el fregadero. Dispuso la verdura en la mesa auxiliar y fue a cambiarse : En la cocina nunca con ropa de calle. Cuando volvió de la habitación,los pulpos se habían salido de la pila y deambulaban por el granito de la encimera :

“-¡Pero bueno abrase visto!”

Cuando estaba a punto de coger uno para devolverlo al seno y ponerse a limpiarlo, mientras el agua hervía ,escuchó como una vocectita que decía:



-¡Dejanos ,dejanos,dejanos!...¿ Había oído algo o estaba alucinando?

Pero si aun no había bebido nada ,acostumbraba a tomar una copa de vino mientras cocinaba . ..pero no aun no había tomado nada de nada .

_¡Dejanos,dejanos ,dejanos...!

Ahora eran tres vocecitas al unisono las que gritaban ..

¿ Que pasaba?

¡Dejanos y te enseñamos un secreto!

Devuélvenos al mar ,devuélvenos,devuélvenos, devuélvenos...





Ya no oye las voces fuera de si ,las escucha en su cabeza en una suerte de conversación telepática...

-Dejanos ,dejanos ,dejanos y te enseñamos un secreto...

-Está bien ,está bien ,está bien os dejaré...

¿A ver cual es ese secreto?

Si nos liberas ,te enseñaremos a abrazar a la gente ,para que nunca se vaya de ti...

¿ Ah si?

Si y te enseñaremos a acariciar a los hombres como si tuvieras ocho patas y ventosas. Estábamos aprendiendo o en nuestra escuela del mara ,cuando nos sacaron ...

Vaya ,vaya con los pequeñajos...pensó



-Dejanos ,dejanos,dejanos

¿ Pero me tendré que convertir en sirenita con aletas y branquias?

-No ,no ,no para nada,para nada...



-Vale os soltaré a ver¿ qué tengo que hacer?



Danos tus manos ,nos vamos a enrollar en tus muñecas para cortar la circulación un poco

¿ Un poco ,un poco ? Que sea un poco ¡Eh! Sin trucos...



Que si ,que si ,que si ,que será solo un poco mientras 2 de nosotros nos enrollamos en tus muñecas ,un tercero te pinchara con su uña y te inyectará un poco de tinta....

-¡De tinta !

¿ Pero dolerá ? ¿y si soy alérgica ?

-Dolerá un poco pero valdrá la pena ya veras...y alérgica ,¿no has comido nunca calamares en su tinta o arroz negro?

_Si claro que si ,me salen buenos los primeros y arroz negro ,arroz negro el insuperable arroz negro del restaurante 7 puertas de Barcelona ,claro que si .

-Pues entonces no temas nada ,dejate hacer ,ya veras que bien .

Después nos pones en agua con sal y nos llevas al mar ...y una cosa más : Si puede ser no comas de aquí en adelante ningún animal o al menos no comas pulpos .Forma parte del trato ,debemos proteger la especie...la especie y el mar ..que el hombre ,al igual que salío de él ,un día se salvará volviendo...



-Pues si que sabéis ,para ser pulpos tan pequeños ,si... Adelante pinchadme ...

Tendió sus dos brazos ,la inocularon ,no dolío.



Los metió en un cubito con agua sal y se los llevo al mar..los devolvió...



Tendría que hacer patatas fritas y huevo y esperaba no incumplir el acuerdo por lo de los huevos...



Con el tiempo comprobó que no . Cuando abrazaba a alguien un extraño olor a salitre la invadía y tenia que ser moderada en sus abrazos sino a la persona abrazazada le salían pequeños morados con forma de ventosita...



En cuanto a ser octopussy en la cama esperaba no tardar en comprobarlo.

Preguntas sin respuesta


Alicia Gaona

Particularmente creo que no hay preguntas sin respuestas. Todo tiene una respuesta la conozcamos o no. Podríamos plantearnos los problemas mas existenciales y complicados y si diésemos con la disciplina adecuada seguramente tienen o tendrán una respuesta.
Quizá la mayor duda de preguntas sin respuesta, sean las acciones y reaccionas humanas, quizá cada relación en cualquier instancia y en cualquier grado de intimidad se plantean mil preguntas sin respuestas, pero las tendrían si esas relaciones las encaráramos desde la más amplia honestidad. 
A que me refiero: cuantas veces hay padres que se preguntan sobre como actúan sus hijos, sin pensar que probablemente en algún momento de su pasado les hemos inculcado aun cuando sea implícitamente la misma conducta que hoy airean, o como cuando se muere alguien y uno se pregunta por qué el o por qué ella y  la respuesta aunque desagradable es: ¿ y por qué no? 
En los afectos tratamos de ver a las personas que apreciamos - queremos, como nos gustaría que sean, es eso practico? pienso que no, por un tiempo mas corto o mas largo según el tipo de relación que sea, se puede vivir mas o menos confortablemente, pero llegara un momento en que nos planteamos una triste pregunta...que paso? nada no paso nada, no hubo un cisma en nuestros corazones, ni en el de las otras personas, solamente pasa que de alguna manera descubrimos que esa persona no es, como quisiéramos o como la vimos y no es que ellas pierdan la careta, ya que lo mas común es que nunca la tengan, somos nosotros los que nos calzamos las gafas de la realidad y lo que vemos no nos gusta. 
Sin embargo a pesar de mi signo zodiacal tan asentado a la tierra y tan poco propenso a volar, no puedo dejar de reconocer lo hermoso que es volar, dejar que la imaginación sortee obstáculos, dance entre vericuetos increíbles y nos de día a día placeres desconocidos, eso puede ocupar un espacio de tiempo en el que al modo de la mejor meditación nos abstraemos de todo y solo soñamos, pero hay que ser un poco prácticos  y no caer en grandes desasosiegos, hay que saber que es más conveniente de vez en cuando, poner los pies en la tierra, tantear la realidad y ser conscientes de que no era mas que un sueño. 
Soñar es bueno mientras conservemos apretada en un puño mientras volamos, la mas pura realidad. De esta manera todas las preguntas tienen respuesta y la mayoría de las veces esa respuesta no nos puede dañar, ya que mas allá de los sueños las conocemos desde siempre. 

jueves, 22 de abril de 2010

En un lugar del futuro



En un punto o lugar del cercano futuro, de cuyo nombre por razones obvias no puedo acordarme, apareció, víctima de un accidente espacio temporal, provocado por las todavía primitivas máquinas del tiempo, uno de los tantos personajes que creíamos de ficción, pero que resultó ser tan real como la estrella que nos alumbra, un personaje que, ya en la época que le tocó vivir, se encontraba un tanto marginado entre sus contemporáneos pues, negándose a padecer un presente que sentía lleno de injusticias, decidió abandonar la comodidad de su hogar para recorrer el mundo intentando subsanarlas.

Fue a caer este pobre hombre a principios del siglo XXI. Le acompañaban su escudero Sancho, su jamelgo Rocinante y el estoico Rustio, que a Sancho cargaba sobre su lomo.

Tras una semana deambulando por los campos, arribaron todos ellos a una gran ciudad y he aqui algunos diálogos y aventuras que vivieron:

“Sin duda, amigo Sancho, todo esto es artificio y traza de los malignos hechiceros que me persiguen. Mira a que sitio tan triste nos han traído, que el mismo infierno parece: mira el semblante de esos hombres, sin un gesto, sin una sonrisa que denote que tienen alma, por eso será que llevan al cuello una soga atada, como presagio de su condena.”

“No, mi señor, he observado que a la soga la llaman corbata y la tienen por símbolo de nobleza, pues quienes la portan son aquellos que no viven de su sudor, sino del ajeno.”

“Extraña costumbre que no hace sino confirmar mis sospechas. Observa esas altas torres que no es posible haya construido ser humano alguno, y esas luces que brillan sin que ningún fuego las alimente, y esos niños hechizados, que el que no ataca o vocifera a sus padres está bajo el poder de esos extraños artilugios que portan en sus manos, del que no separan la vista durante horas, mientras los golpean con los dedos como llamando a una puerta que no puede llevarles sino a la necedad o a la locura”.

“Todo esto es tan contra natura que no puede ser sino venganza de Fristón, ofendido y envidioso por los entuertos que deshice y las injusticias que reparé.”

“Mas lo peor es sin duda esas ruidosas bestias de metal que ensucian el aire con venenosos humos mientras galopan, todas entre ellas mismas entreveradas, y los pobres condenados que dentro padecen su cautiverio. En esto apreciarás la crueldad a que pueden llegar magos y hechiceros cuando se sienten ofendidos en su vil arrogancia.”

“Y mira aquellos follones y malandrines, que con estruendosos pitidos se plantan en medio de las bestias de metal y fingen dirigirlas, cuando no hacen sino enturbiar más el ánimo de los pobres condenados que van dentro. Oh, Sancho amigo, grandes maldades debieron cometer para merecer tan cruel castigo. Por mi fe que en el mismo averno estamos.”

“Mas también pudiera ser, reflexionó Don Quijote, puesto que cautivos somos todos del malvado Fristón, que sean buenas gentes condenadas sin más delito que la mala fortuna de haberse cruzado en el camino de tan vil encantador. Liberémoslos, Sancho, y rompiendo su maleficio podremos tal vez liberarnos nosotros, haciendo de paso el bien suficiente para que hoy sea un dia digno de un buen caballero andante y su fiel escudero, que eres tú Sancho, aunque a veces no parezcas apreciar la dignidad de tu oficio”.

“Mire vuesa merced que por la velocidad endiablada a la que van, varios corceles deben llevar dentro tan extrañas criaturas, y no será menester ponerse en su camino, no vaya vuesa merced a sufrir accidente semejante al de los molinos . . . “

“Calla, Sancho, que este es el día en que se ha de ver el bien que me tiene guardada mi suerte y se ha de demostrar el valor de mi brazo, que nunca fue el miedo compañero de ningún caballero andante”.

Y diciendo esto arremetió Don Quijote con tal fuerza contra un Nissan Primera que circulaba por la plaza, que a duras penas pudo el conductor evitarle. Pero menos suerte tuvo un Mercedes que venía a continuación, pues enristrando Don Quijote su lanza, tomó la estrella de la marca como punto de mira y fue como alma que lleva el diablo a encajar su lanza y su cabeza en el parabrisas del automóvil cuyo aterrorizado conductor, a punto de caer inconsciente, acertó a preguntar:

“¿Esto es de alguna película que están rodando?”

“¿Película, decís, incauto, ¿qué es eso? ¿sinónimo de encantamiento o hechicería? Dejad de hablar y corred para recobrar la libertad que injustamente os fue arrebatada, que yo os defenderé de los esbirros de Fristón.”

Desmontado del pobre Rocinante, que una vez más había pagado las consecuencias del ímpetu de su amo, saltaba Don Quijote de lado a lado del automóvil empuñando la espada y pinchando y cortando con ella a los airbags que se iban desplegando uno a uno, mientras gritaba:

“De nada te servirán tus malas artes, Fristón, que por muchos odres o vejigas de carnero que pongas en mi camino, he de liberar a este condenado y con ello romperé el maleficio que a esta extraña tierra me tiene atado”.

En esto estaba cuando fueron llegando ambulancias y coches policiales hasta rodear la rocambolesca escena que nuestro incomprendido Caballero de la Triste Figura había creado.

Media hora después ya se encontraba el pobre Sancho declarando en una comisaría, sin comprender la mitad de las preguntas que le hacían, e intentando explicar que nada malo pretendía su señor, sino liberar a los cautivos de las endiabladas criaturas.

Don Quijote, ya internado a las pocas horas en un centro psiquiátrico, no dejaba de vociferar:

“Vente a mi, Fristón, que un caballero solo soy, y de solo a solo quiero probar tus fuerzas y quitarte la vida en pena de la que das a todos estos pobres cautivos. ¿Crees poder engañarme vistiendo de blanco inmaculado, cual si ángeles celestiales fueran, a éstos, tus malditos esbirros?”

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

miércoles, 7 de abril de 2010

Mundo mineral

Mundo mineral*

Ah Nils ¿Quieres que subamos al Torcal?
Ah, venga vale.
Aparcamos el coche en un punto del carril desde el que nos era fácil llegar al tajo.
Una tarde espléndida con olor a tomillo, romero y otros olores a los que yo no sabría ponerles nombre. “Todos los colores del verde” que cantara Raimon al País Vasco.
A nuestra espalda el imponente paso de Ventas de Zafarraya y delante, a tiro de piedra, El tajo del Torcal.
Nos aproximamos al borde cuando ya el Sol estaba cerca de su ocaso, Delante de Nosotros, hacia el poniente, nos sorprendía el impresionante paisaje que desde allí se dominaba. Quedamos de pié por un rato anonadados por el espectáculo de aquella infinitud: líneas de montañas al contra luz entre las que se colaban los rayos anaranjados del Sol iluminando las colinas protuberantes del valle ya en sombra.
Intentamos balbucear los típicos comentarios que se hacen ante una visión semejante. Pero entendimos que aquello no era para hablar y decir tonterías que pudieran enturbiar lo mas mínimo aquel inmenso instante. Quedamos en silencio.
Nos sentamos en sendas rocas, uno frente al otro y comenzamos a escudriñar el suelo que teníamos delante, bajo nuestros pies: palitos, piedrecillas, pequeñas plantas, una hormiga que cruzaba, y a comentar sobre lo que veíamos, sobre lo que dicen los científicos en cuanto a la vida, bla, bla, siu, siu.
De pronto nos miramos y rompimos en una carcajada de alegría contenida a dos pasos del llanto. Ambos los dos supimos en ése instante lo pequeños que éramos...

Tan pequeños que hasta nuestra sombra se había extinguido entre los arbustos, y la luz vencida del ocaso apenas bañaba nuestros contornos. Brillaba ahora encima de las rocas, realzándolas, dándoles vida, encendiendo nuestra imaginación debido a sus formas caprichosas. Se recortaba un perfil de hombre parecido al de Quevedo; árboles de piedra se erguían, fuelle de abrasados acordeones parecían otras peñas más elevadas que aún captaban el tono añil del firmamento.
Nos adentramos aclimatados a la nueva luz que ya parecía emanar de las mismas calizas, rocas de 150 millones de años. El sonido de las aves se apagaba, vencida la furia amorosa de minutos antes, y ahora los cárabos ululaban entre las sombras salpicando apenas el silencio. Un sendero sinuoso corría entre pinos arbustos y peñascos flanqueado en ciertos puntos con flechas de madera, que marcaban algún itinerario turístico. Era fácil adentrarse en aquel camino mágico. Andabas un solo paso y parecía que penetraras tres veces más en el seno de ese mundo mineral y vivo, donde las piedras también tenían vida y costaba diferenciar su latido del de las plantas y animales. La naturaleza era una y no hacía distinciones. Nosotros mismos sentíamos su verdad por dentro y por fuera.
Quebrantamos el sendero de las flechas y los pasos libres nos llevaron a una planicie plantada de rocas que crecían hacia el cielo. Sus formas caprichosas eran refugio y cauce del viento del sur y las lluvias de poniente. Bajamos por una vereda que descendía a los pies de un angosto desfiladero, donde oímos rodar las aguas de un riachuelo.
Abajo, la escasa luz de la noche estrellada, aún sin luna, apenas penetraba entre la maleza y la línea mineral de la quebrada.
¿Nos habíamos perdido? Era evidente que hacía rato que las flechas quedaron atrás, que ya nada marcaba el terreno y que, inevitablemente, habíamos perdido todas las migas de pan de nuestro retorno. Sí. La memoria de por donde habíamos pasado se confundía ahora entre la espesura de formas y vagábamos por el desfiladero sin saber siquiera por dónde habíamos entrado. La magia perdía su brillo. La preocupación erizaba nuestros vellos a la vez que lo hacía el descenso de la temperatura; comenzaba a notarse un airecillo helado que soplaba serpenteante por el arroyuelo cada vez más ruidoso.
¿Donde estamos? ¿Como hemos llegado hasta aquí?… pensábamos en voz alta buscando el atisbo de alguna salida, perdidas las referencias, los puntos cardinales, e incapaces de leer el mapa orientador del firmamento.
Volvamos hacia atrás. Por aquí no se ve ninguna salida. Nils llevaba razón. La oscuridad se cernía en el corazón del torcal y dos hombres caminaban perdidos en su laberinto.
Hay que guardar la calma. Caminando en una sola dirección lograremos salir. Era yo ahora el que aconsejaba con el frío entre los dientes, buscando en el cielo algún punto de referencia. Una estrella gorda y colorada destacaba entre las demás a escasa altura del horizonte de piedras.
Aquella. Dijo Nils. Venga, contesté, esa señora nos sacará de aquí. Nos guiamos pues de su fulgor, como magos de oriente dentro de un descomunal decorado calcáreo de occidente. Trepamos por una grieta subiendo hasta el umbral del desfiladero. La estrella nos seguía, nos llamaba; tintineaba su luz cálida en medio de campo abierto y tortuoso. Resbalamos, tropezamos, caímos, nos levantamos, ascendimos, descendimos, escalamos, saltamos y avanzamos hasta que nuestra amiga alumbró la pintura blanca de una de las flechas del camino acotado.
Volvíamos a reír con más fuerza incluso que antes; ahora sí que éramos pequeños, pero nos sentíamos felices de serlo, afortunados por latir en medio de la naturaleza como un elemento más del entorno. La confianza recelada nos había extraviado más aún; la tranquilidad nos puso un faro en el cielo que evitó nuestro naufragio. Somos pequeños y somos grandes; lo de arriba es abajo; el mundo mineral también tiene su consciencia; dos hombres perdidos nunca lo están si confían en sus pasos.

*Relato de final abierto, empezado por Juan Pérez de Siles y terminado por Franjamares, tertulia Entrelíneas, Nerja (Málaga), abril 2010.

sábado, 20 de marzo de 2010

Un día en el campo


Por María Bueno y Begoña Ramírez



Elena se ha levantado esta mañana muy vital, es primero de mayo, mientras desayuna mira por la ventana. El día se presenta espléndido, un sol radiante y un cielo de un límpido azul sin una pequeña nube, prometían una jornada de fiesta primaveral estupenda.

Después de todo el mes de abril haciendo honor al refranero, aquel día era como un regalo.

Elena se decidió, metería unos bocadillos en la mochila y se iría a pasar el día en el campo.

Después de varias horas de caminata llegó a un claro cerca de un riachuelo, “¡ideal!”, pensó, y se dispuso a comer. Tras el almuerzo extendió la esterilla y se tumbó en la mullida hierba. Con el estómago lleno y la caricia de los rayos solares se quedó dormida, cuando despertó se había nublado completamente. “Vaya, parece que el invierno quiere tragarse la primavera, habrá que ponerse en marcha”. Fue a incorporarse y se le escapó un quejido, cuando se levantó vio con asombro que tenía un vientre enorme, como si estuviera embarazada. “¡Embarazada!”, pero que tontería estaba pensando…!

Llevaba años anhelando aquel acontecimiento; su vientre hinchado de vida.

Pero era del todo imposible porque sólo habían pasado unas horas y aquella gordura era de meses. Palpó con dulzura aquella barriguita prominente, con una mezcla de temor y se dispuso a volver. Recogió sus cosas, el mantelito que había colocado cuidadosamente en la hierba, su botella de agua, los restos difuminados de su fugaz almuerzo. Comenzó a caminar despacio, mirando de reojo su barriga a cada paso, tampoco son tan extraños los milagros, de vez en cuando ocurren, como el de aquella niña pastorcilla a la que se le apareció la virgen; o el propio Lázaro en las escrituras que volvió al mundo de los vivos desde el fondo de las tinieblas.

Elena tiene sus creencias; aunque no asiste a los oficios religiosos, se siente

Cristiana y creyente. Durante años ha pedido al cielo por la llegada de un hijo.

Quizá, y aunque ya hacia tiempo que se había rendido, Dios había respondido a su fe.

Llegó al pueblo casi de noche y se apresuró a entrar en su casa, a salvo de las miradas indiscretas de las vecinas expectantes cada día por un nuevo chisme que llevarse a la boca. Antes de estar en boca de todos debía confirmar la veracidad de aquel acontecimiento. Porque su marido hacía ya mas de dos años que había fallecido, y aunque todavía era joven y no le faltaban pretendientes, con ninguno había llegado más allá del apretón de manos o los dos besos de rigor en las despedidas. Pero de confirmarse su estado nada de eso le importaba. La virgen María por ejemplo no necesitó de varón, aunque a lo mejor compararse ella con la virgen suponía un vil sacrilegio. Pero en cualquier caso aquel niño era una bendición del cielo. ¿Qúe otra cosa si no?

A la mañana siguiente se levantó con el canto del gallo y comprobó aliviada que su barriga seguía intacta, aunque la noche había transcurrido en realidad en un duermevela. Buscó entre sus ropas algo que fuese bonito y apropiado y como nada de lo que tenía le entraba bien tuvo que recurrir a un vestido algo pasado pero aún aparente que se compró en la capital sin ni siquiera probárselo hacía algunos años y que luego comprobó al llegar a su casa que le quedaba grande, el destino había previsto sin su consentimiento que sirviera para aquel momento, pensaba Elena ensimismada.

Para disimular un poco su estado se puso encima un abrigo que le cubría hasta casi las rodillas y una bufanda encima. Ya en la pequeña estación tuvo que intercambiar algunos saludos de compromiso.

Cuando llegó a la capital aún no eran las nueve y sin embargo todo bullía a su alrrededor. En la consulta del Doctor Cifuentes no había pacientes aún y la enfermera que le abrió la puerta la estudió unos minutos antes de decidirse a dejarla entrar.

El doctor la recibió enseguida. Explicó lo que le ocurría al tiempo que el doctor Cifuentes la miraba atentamente por encima de sus gafas con un gesto ambiguo.

Le pidió que se tumbara en la camilla y realizó una exploración.

No había embarazo, la hinchazón de su vientre se debía a una inflamación del útero. Pero la exploración había dejado claro que no había embrión.

El doctor Cifuentes miró a Elena detenidamente, se quitó las gafas con parsimonia y clavó en ella sus ojillos curiosos, intentando adivinar el impacto que causaría en su paciente lo que iba a decirle:

_Se trata de un embarazo histérico. Puede provocar los mismos síntomas que un embarazo normal pero no hay embrión. Le recetaré unas pastillas y la hinchazón irá desapareciendo poco a poco aunque sería conveniente realizar otras pruebas para descartar otro tipo de problemas.

Elena miró asombrada al doctor, y pensó “hombre de poco fe”.Otro que tampoco cree en los milagros.

lunes, 8 de marzo de 2010

La Carta



Final abierto

Por Mari Carmen Martínez y Alicia Gaona


Iba despacio,caminando por la acera en aquella tarde de otoño.
El viento arremolinó un montón de hojas secas delante de ella.
De entre la espiral vegetal salió un sobre amarillento.
Se agachó y lo cogió.
La dirección del destinatario estaba borrosa,estropeada por la lluvia reciente.
No había remitente.Dudó si abrirlo allí o llevárselo a casa;optó por lo segundo.

Al llegar, colgó el abrigo y se preparó una taza de té, con él en una mano y el sobre en la otra, se sentó en un cómodo sillón. Luego lentamente abrió el sobre y sacó un papel escrito en letra cursiva, perfecta, elegante.Por su caligrafía parecía a primera vista de mujer, por un momento miró las letras sin leerlas, no quería violar la correspondencia de nadie, aún cuando no los conociera. Destinatario borrado.....sin remitente.
¿Qué hacer? ¿De qué serviría leerla? ¿Curiosidad malsana?¿ Deseo sano de saber?¿Pero no tenía ella suficiente con su complicada vida?
Bebió el té a pequeños sorbos, indecisa, dudosa; pero ¿de qué pasta estaba hecha que una simple carta anónima le alteraba su vida? 
Se incorporó y fue a la cocina, metió la carta en el fregadero y seguidamente le prendió fuego. Ya está, ya no existía, un problema menos.........

lunes, 22 de febrero de 2010

Neuro
inmuno
sicología


Por Diego Pérez Sánchez

Al principio estaba el verbo…
Y el lenguaje está en la base, si no de la creación, del pensamiento al menos. Hay vida sin la palabra quizá, pero es caos. On mani padme om. Mantras, tantras, oraciones, rezos y plegarias, por citar algunos de los medios que el hombre ha usado desde que adquirió el lenguaje para elevar su espíritu, mejorando así su salud física y mental.
La palabra tiene un poder evocador de una magnitud aún desconocida. Su uso indebido respecto a Dios, el espíritu creador, conforma el segundo mandamiento de Moisés, inmediato después del de amar a Dios (no usaras el lenguaje en vano); tras no matarás a tus semejantes, encontramos “no mentiras”.
El poder de la palabra es conocido desde que el hombre existe, pues sin ella él no existe como tal. La posesión del lenguaje nos hace hijos de Dios, sus iguales. Cada palabra producida recrea un pensamiento y tras él, efecto mariposa, innumerables neuronas se apresuran a organizarse, enviando infinitas señales al aparato motor que, a su vez intentará desencadenar una reacción apropiada, normalmente ya ensayada, a través de un complejo sistema nervioso que trasportará las señales a los músculos: bíceps, labios, corazón, etc. Si la señal se ve interceptada en algún punto por otra señal contraria, crea un bloqueo de energía en ese punto. La célula aprende: cuando llegue una nueva señal estimulante la bloqueará, pues habrá aprendido a realizar esa función. No tardará mucho en funcionar tan oportunamente que el bloqueo enfermará al órgano adyacente o a otra parte refleja a la que impida el paso de energía.
Por el contrario, una palabra que envíe una señal diáfana (quizá sea necesario repetirla mucho rato, para no desviar de ella nuestra atención), llegará sin interrupción a su destino, limpiando y reordenando las conexiones celulares a su paso, sean neuronas, fibras nerviosas, linfáticas o musculares.
Nuestro cuerpo funciona porque queremos que funcione y de la manera en la que se lo pedimos. Quien, por ejemplo, ante una percepción negativa, reacciona culpabilizándose de alguna manera por ello, creará las condiciones para desencadenar una reacción depresiva que, si no es contrarestada a tiempo con ideas de autoestima, le conducirá a la locura y a la muerte.
El pensamiento se basa en asociaciones de ideas y estas se hacen conscientes a través del lenguaje, de esos símbolos que son las palabras, y estas están almacenadas en la mente en grupos asimilados por su significado y por su sonido. La mera evocación de una palabra trae asociada toda una serie de conceptos y sonidos relacionados, que estimulan nuestro sistema a todos los niveles y en la dirección asociada a ellos.
Podemos controlar nuestras emociones y sanearlas con la mera evocación de ideas positivas, como podemos enfermarnos recreándonos en pensamientos morbosos. Y esta capacidad de elegir, de expresar nuestros deseos, es lo que nos hace humanos, compartiendo con Díos la capacidad de crear y de recrearnos a nosotros mismos.
Quizá ha llegado el momento de, en la tradición judeocristiana, resumir aún más los mandamientos divinos en uno sólo: “Nos harás el gran favor de amarte sobre todas las cosas”.

domingo, 7 de febrero de 2010

El pensamiento




Por Pepe Guerrero

Ya de pequeño Rosendo se rompía los sesos por alimentar alguna pesquisa de algo quedándose extenuado hasta el punto de acabar rodando por los suelos envuelto en una red invisible que lo envolvía de pies a cabeza como tela de araña, e incluso se pegaba duros calabacinazos contra los húmedos muros de cualquier huerta intentando horadarla para extraer las esencias de pensamiento, recortes de ideas que por todos los medios luchaba porque le afloraran, o se restregaba con ímpetu las sienes contra las mismísimas paredes de las calles más cuidadas y céntricas de la ciudad deshojando la margarita, dilucidando a trancas y barrancas cómo conseguir totalmente abstraído el porqué de las cosas por sus últimas causas, la salida y puesta de sol, la llegada de la estaciones, el frío o el calor, las radiantes alboradas, el voraz ascenso del humo en un incendio, todo cuanto le circundaba o le caía como agua de lluvia sobre el paraguas de su cabellera.
Era algo innato en él. No podía remediarlo. En los albores de su existencia, cuando aún no había oído ni por asomo hablar del silogismo, de la argumentación filosófica, por ejemplo, el pienso luego existo cartesiano, ni de los interrogantes de Avicena o de Agustín de Hipona, algo incomprensible y chocante a su temprana edad, dado que aparentaba comportarse como un extraño ser buscando la sustancia de la vida y soslayando el accidente, metiéndose en camisa de once varas, donde nadie lo llamaba, y sin embargo se plantaba ante los mayores enigmas con las manos llenas de pensamientos atropellados, achuchándose unos a otros cuestionándose constantemente el quid de cuestiones inverosímiles, como las entrañas de todos los maremotos o convulsiones de las cosas o de las personas a la hora de acabar con la vida de los demás, y sin apenas darse cuenta se enredaba en un torbellino de pensamientos y más pensamientos sumamente fugaces desde luego, hasta el punto que se quedaba en ayunas a la postre porque ninguno de ellos cuajaba en blancos copitos de dulce nieve noética, ni llegaba a formarse una estructura moldeable dentro de su inmensa mente y poder acariciarlos tiernamente en su seno compartiendo con ellos algún almuerzo en alguna parte, en una sensual pradera o acaso en una agradable velada con amigos parlamentando acerca de las nuevas corrientes filosóficas que invaden los círculos pensantes y sustraer esencias del corazón de las cosas, que aunque no destilasen las gotitas suficientes para impregnar el ambiente aromatizaran en cierto modo sus pasos y al menos poblasen de bellos pensamientos el universo. Mas nada de eso sucedía.
El pensamiento se le escapaba por los cerros limítrofes sin que pudiera hacer nada por impedirlo. Era un martirio tantálico bastante insoportable, sobre todo para él al no poder retener ni un instante algún pensamiento. Le ocurrían cosas raras a ratos y sin explicación aparente. No se sabe cómo se las arreglaba para que según arribaban los incipientes esbozos cognitivos o algo tautológico a su cerebro con las mismas se perdieran en el espacio infinito del cosmos entrando en cólera, pues se enfadaba y pateaba cual niño caprichoso pero no había caña de pescar con la que engancharlo unos segundos, así que siempre, como sufrida Penélope, estaba fabricando ideas a mil por segundo y las mismas que volaban vaya usted a saber hacia dónde.
Estuvo frecuentando siquiatras, sicólogos, chamanes, gurús pero no lograron nunca ningún progreso en tal descubrimiento.
Un día se fue a pasear por el campo y se iba quedando asombrado del misterio y la belleza de las flores, de las matas que crecían en los valles, de los insectos que pululaban por los distintos parajes que pueblan y engalanan la naturaleza de múltiples colores, pero percibió asimismo que todos lo elaboraban para una fugaz y breve estancia en su existencia.
Rosendo seguía pensando muy a su pesar, pero no se concentraba en ningún pensamiento cuando al cabo de un lapso de tiempo fue advertido por un viajero que se le cruzó por el camino que iba pisando los propios pensamientos que generaba lo mismo que las plantas que había sembradas, así que aquel hombre le indicó que no pisara esos pensamientos que despuntaban en mitad del campo, allí cerquita en la misma pradera.
Rosendo, avergonzado y sin dar crédito a lo que estaba oyendo, se quedó de piedra, meditabundo diciéndose para sus adentros, qué mentecato soy, pero qué me querrá decir este hombre con tal advertencia, que sea prudente y no pise los pensamientos, cuando los míos, los que yo cultivo, salen disparados como balas, y no me da tiempo a ver el color de sus alas y mucho menos poder pisotearlos o atraparlos, pues ya me gustaría machacarlos por desagradecidos antes de que se esfumen y me dejen tirado en plena ebullición.
El bueno de Rosendo se rascaba la cabeza encorajinado, se metía las manos en los bolsillos buscando algo, andaba nervioso, escarbaba en el suelo, debajo de las piedras de donde saltaba alguna que otra lagartija, y no comprendía aquello que le había espetado el transeúnte que, por favor, tuviese cuidado al caminar y no hollara los pensamientos color violeta que había plantados en la ladera del monte.
Finalmente Rosendo, después de hurgar sutilmente en la herida, estableció un plan a fin de ahogar los brotes de adversidad que bullían en su existencia, yéndose a un frondoso vivero para adquirir semillas de tal especie y sembrarla en una maceta en su balcón con la inscripción, “mientras piense en los pensamientos sus raíces frustrarán su eterna ley de fuga”.

domingo, 24 de enero de 2010

La energia del futuro


Por Mari Carmen Martínez


La actual energía nuclear es la de fisión (de romper). Consiste en romper átomos de uranio 235 en dos mitades.
La diferencia de masas entre la inicial de uranio y la de los dos subproductos multiplicadas por el cuadrado de la constante de Einstein c, da la energía que se libera.

E = m·c2

Esta diferencia de masas es mucho mas pequeña que la que se produce cuando dos átomos de Hidrógeno se fusionan y forman uno de Helio.
En esto consiste la reacción nuclear de FUSION (unión).
O sea, si se consiguiera mantener estable y controlada esta reacción tendríamos una fuente enorme de energía.
Se dice que con una sola central nuclear de fusión se podría alimentar eléctricamente toda Europa.
Esta reacción en cadena es la que se da en el sol y en las estrellas. En el sol está continuamente formándose helio a partir de hidrógeno.
Todo esto es precioso, el problema viene de que la reacción es muy difícil de controlar.
La reacción lleva a la materia al estado de plasma, muy por encima de los conocidos estados sólido, líquido o gaseoso.
Se alcanzan temperaturas tan altas que no hay material que lo soporte. Pensad que el hierro/acero se funde a 1400 grados Centígrados y estamos hablando de cientos de miles de grados.
Lo que se está hoy intentando es mantener los gases controlados por "confinamiento inercial". O lo que es lo mismo, por unos enormes imanes.
Había un reactor el Tokamat para probar el tema.
Hace poco, un par de años o así, España perdió ante Francia (Zapatero tuvo algo que ver) la opción de construir en Cataluña un reactor de prueba. Ahora quedan Japón y Francia como únicos candidatos. Se quiere hacer una prueba a nivel mundial y concentrar todos los esfuerzos.

Ah, otra ventaja de la fusión respecto a la fisión es que seria una energía limpia, sin residuos. Mientras que de la actual fisión hay subproductos algunos que tardan cientos de miles de años en reducirse a la mitad por radiactividad. Es lo que se llama periodo de semidesintegración. Dicho de otro modo: toda sustancia radiactiva desaparece con el tiempo. Tardara mas o menos, pero desaparece. Cada elemento radiactivo tiene asociada un periodo de semidesintegracion que es el tiempo que tarda en desaparecer la mitad de la masa. La función es una exponencial de exponente negativo e-et/T
siendo T el semiperíodo .Periodos normalmente muy largos mientras siguen emitiendo radiación con sus consabidos efectos. Y no todos los cementerios nucleares son seguros. El agua de mar corroe...

O sea que el día que podamos crear energía como la del sol o y las estrellas estaremos salvados ¡pero si creamos este tipo de energía ¿Nos creeremos Dioses y fabricaremos también sistemas solares? ...a saber hasta donde puede llegar el ser humano, a destruir en totalidad o a reconstruir desde los orígenes...

Bajeza, grandeza, haz, revés vida muerte...o solo vida, vida, vida y más vida...ya se verá ya lo veremos.

Con la inestimable cooperación de mi amigo Juan Ortiz ingeniero que trabajó en Vandellos.