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domingo, 22 de agosto de 2010

Algo para recordar


Por Alicia Gaona


Caminaba despacio, sus niñas, mellizas, la acompañaban de la mano, una de cada mano. Pequeñas, sólo dos años; el vientre vacío, hacia ya unos días, los suficientes como para estar repuesta, había parido otra vida, pero ya no estaba a su lado.

Con dolor había decidido apartarlo de su vida, ¿adonde iba a ir tirando de esas niñas y de un recién nacido? ¿Con qué iba a alimentarlos? ¿quien los cuidaría mientras ella trabajaba?

Se dirigió con los pocos pesos que tenia hacia el norte, allí tenia familia, quizá la ayudarían.

No entendía como aquel hombre después de haber compartido tres años de convivencia y dos hijas había decidido que si tenía este ya no viviría con ella. No entendía, no podía tener sospechas de que fuera de otro, ella era una persona humilde pero honrada y si había estado con é sin casarse fue solo porque él no creía en los trámites y ella tampoco.

Nunca imaginó lo pronto que lo lamentaría, hoy se iba de su lado con sus hijas y a él no se le movía un pelo.

El viento soplaba indómito en el infiernillo, parecía que en cualquier momento las remontaría como a barriletes huérfanos por el cielo.
Un camión se detuvo, el hombre se sorprendió de ver a una mujer con dos niñas pequeñas al costado del camino.

- Puedo ayudarla? le dijo gentilmente.

Ella contestó :
- Voy a Bahía Blanca usted decide.

El hombre no lo pensó mas y se bajo a ayudarla a subir a las niñas y la mochila que cargaba en la espalda, por ultimo la ayudo a subir a ella el camión era bastante alto.

- Mire usted yo hago este camino dos veces por semana, pero nunca vi clima peor, es un invierno muy frío, mas arriba en la pampa ya me han avisado que hay que cruzar con cadenas, la nieve a cubierto la zona.

El silencio pesaba mas por momentos, el hombre hablaba solo, ella no dormía, pero parecía ausente, perdida en quien sabe que recuerdos.......

La noche caía sobre la pampa dibujando con las sombras espectros amenazadores, cada matojo parecía alguien agazapado a punto de saltar sobre ella.

Las niñas iban calladas aunque no siempre dormían, sus biberones se mantenían calientes gracias al último regalo que recibieron de despedida, dos fundas térmicas, una para cada una, que ahora los cubrían.

Igualmente tendría que ver que les compraba cuando este hombre se detuviera, no harían 1000 Km. solo con un biberón cada una. Con esos pensamientos dormitaba mientras el camión tragaba Kilómetros raudamente.
Se despertó sobresaltada, estaba en su casa, en su cama, en la calidez de su hogar su hijo menor ya iba a la universidad, estudiaba periodismo, sus mellizas una profesora y la otra veterinaria, su marido un hombre bueno.
Porque ahora con su mundo en orden había soñado con esa fatídica noche? porque la mantenían desvelada los recuerdos de una época tan desgraciada? Eso era algo para olvidar.....ya no tenia remedio......nunca sabría adonde estaba ese ser pequeñito y desvalido que dejo un día hace 24 años en brazos de una extraña.

Se levanto perezosamente, prendió el fuego y se dispuso a preparar el desayuno ya pronto empezarían a levantarse, cada quien a sus tareas. Ella quedaría en la casa, ordenando, sola con sus recuerdos, con aquel sueño que ahora traído a su memoria la mantendría alerta todo el día.

Horas mas tarde cuando ya se perfilaba la mañana como un buen día para salir de compras y hacer una buena comida para cuando regresaran sus hijos, sonó el teléfono, del otro lado una voz de mujer le pregunto:

Buenos días señora, ¿es usted Ana? ¿está sola? le puedo hablar de Comodoro Rivadavia del año 1981?

Se dejo caer en un sillón con el teléfono en la mano, en un segundo su cabeza se inundó con los recuerdos del sueño, en el próximo segundo, le faltaban palabras para no perder la comunicación con ese único lazo que la podía reunir con su pasado.

- Si señora puede usted hablarme, ni mis hijos, ni mi marido ignoran mi historia...........................esto, esto es algo para recordar.....

lunes, 2 de agosto de 2010

El Mantel

Por María Bueno

El mantel se mecía suavemente colgado del tendedero, se sentía feliz recibiendo las caricias del sol y la brisa de la mañana, pronto vendrían a recogerlo, lo doblarían con delicadeza y se lo acercarían a la cara para aspirar su aroma a ropa recién lavada, era una costumbre de ellos, al menos los que él conocía desde que era un mantel lo hacían.
“¡Qué tontería de relato!” pensara el lector, un mantel que piensa. Los seres humanos creen que solo ellos están vivos, y no es así, todo lo que existe en este planeta de una u otra forma está vivo. Son tan ególatras que piensan que solo ellos tienen emociones y sentimientos.
De mí, sé decir, que me he sentido muy triste y abandonado encerrado en ese cajón del aparador por tanto tiempo junto a los otros manteles y servilletas. La dueña de la casa, a la que todos llaman ¨ abuela¨ al quedarse sola ya no utilizaba el mantel. Tenía uno individual.
Nosotros los grandes permanecíamos guardados en el cajón, completamente olvidados.
Hasta que un día alguien lo abrió y exclamo ¨¡este mismo abuela!¨ ¡si venga! Vamos a poner la mesa. Desde entonces he vuelto a estar en mi salsa, me ponen en la mesa, me lavan, me planchan, total que vuelvo a sentirme útil.
La casa, donde hasta hace poco reinaba el silencio, solo interrumpido a veces por el ruido monótono del televisor, parece haber despertado de un profundo sopor. Ahora todo son risas gritos y barullo de niños, charlas de mayores y aromas y olores que hacen a la casa resurgir de nuevo a la vida.
La hora que más me gusta es la de la comida, porque yo vuelvo a ser protagonista (También nosotros tenemos nuestro ego) de pronto se oye una algarabía, ruidos de platos, vasos, cubiertos y se escucha la voz de la abuela; ``Niños poned el mantel que vamos a comer`` (me esponjo al oírlo)
Los niños, comen sin mucho cuidado y me manchan, los padres le regañan, pero la abuela siempre media entre ellos. ¡Piensa como yo! Que para eso está el mantel. Luego me volverán a lavar y aquí no paso nada.
Los niños, alegres y vivaces se levantan rápido de la mesa para irse a jugar. A los mayores les gusta la sobremesa, charlan, comentan, se ríen mientras toman su café.
Hoy se han puesto serios. `` Sentimos mucho mamá causarte tantas molestias, pero al quedarnos los dos sin trabajo, ¿Qué íbamos a hacer? ¿Dónde nos metíamos?`` “Nada……nada…..hija, no hay de qué hablar, ¡esta es vuestra casa! Ya encontrareis algo, mientras tanto, un plato en la mesa no os va a faltar.”
La hija agradecida abraza y besa a su madre. Y yo mudo testigo de la escena no puedo dejar de sentirme un poco egoísta, al pensar que no hay mal que por bien no venga, a mi que estaba a punto de apolillarme en el cajón, me ha venido su llegada de “PERLAS”.

domingo, 1 de agosto de 2010

Refranes



Por Diego Pérez Sanchez



No por mucho madrugar amanece más temprano

Aunque a quien madruga, Dios le ayuda.

Y no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

Cada cosa a su tiempo...y los nabos en Adviento.

A camino largo, paso corto, que con paciencia se gana el cielo.

Y más vale tarde que nunca.

Y si el tiempo es oro, no es oro todo lo que reluce,

 ni hay que empezar la casa por el tejado,


Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo,

que hay más días que longanizas,

y es mejor consultar con la almohada.
 

domingo, 27 de junio de 2010

Ensoñaciones Urbanas



Por Pepe Guerrero


Serajaugsol, aunque pequeña se consideraba una gran urbe situada en un enclave escarpado y montañoso. De origen morisco, fue un emporio de primer orden en su época de esplendor al menos a ojos de los residentes pese a no sobrepasar las tres mil almas. Albergaba en su jurisdicción un sinfín de excelentes cultivos y comodidades que seducían al más exigente hasta el punto de fomentar la envidia de los pueblos limítrofes. Gozaba de gran bonanza, de abundante agua, fresca y cristalina, que manaba de la misma mina del barranco que lo abraza por el costado derecho, encontrándose a menos de trescientos metros y con la cual saciaban la sed del cuerpo y las ansiedades del espíritu.
Conservaban la mayoría de las tradiciones y se reconfortaban sobremanera mitigando las desdichas con mucho amor. De la mina manaban a su vez comprensión y consuelo para las muchachas que acudían con los cántaros sedientos a llenarlos del generoso elemento.
Allí la gente se descalzaba alegre por la calle, se soltaba el pelo plácidamente sacudiéndose el polvo de los zapatos o las miserias que le brotaban interiormente, los secretos, las rencillas entre iguales, o las aventaban a la intemperie en las aireadas eras que se erigían a lo largo y ancho del desnivelado campo.
Las costumbres persistieron durante varias generaciones. Así los quintos celebraban el peculiar ceremonial el día del alistamiento degollando un cordero o una altiva cabra siendo cocinado por las ásperas y arrugadas manos de hombres curtidos en mil batallas -Marruecos, Cuba, Filipinas, Países Bajos o la misma piel de toro-, pero se fueron viniendo a menos y acuciados por la necesidad extrema ello cristalizó en fugas masivas a la Europa Verde, a tierras norteñas o a la otra orilla del charco en la década de los cincuenta y sesenta. Buscaban un nuevo amanecer, unos suculentos ingresos que les permitiesen cabalgar indemnes por el lodazal reinante y abastecerse de materia prima extraída de aquellos territorios hasta entonces desconocidos por ellos.
Posteriormente retornaron con los rostros sonrientes a la tierra madre, la que les vio nacer. Poco a poco fueron adquiriendo un cachito de huerta por acá, un terrenillo de vega o secano por allá, y los enseres de las casas los fueron adecentando y renovando cada uno a su medida, generando chispeantes alicientes que aliviaban la desazón de las cuestas –también la de enero, cuyo frío los achicharraba- que por doquier proliferaban.

Las costumbres se mudaron con el paso del tiempo. Los gustos tenían otro color, aunque el sol asomara siempre por el mismo lugar. La historia tiende a repetirse. El ser humano sigue tropezando dos veces en la misma piedra. Y entre dimes y diretes la desconexión creció echando raíces donde menos se esperaba y se expandió por inverosímiles vericuetos.
Y saltaron a la palestra la ambigüedad y la doblez. Se robusteció la endeblez de la cabeza humana. Así ocurría que unos vecinos pasaban por la calle de tapadillo pensando en las labores que debían ejecutar ajenos a los demás, otros cruzaban la calle principal disfrazados, con la cabeza apuntando al cielo en actitud chulesca y desafiante, a lo mejor rumiando grandes hazañas. Algunos ya ni se saludaban entre sí o como mucho esbozaban un gesto seco, hueco, mirando para otro lado como si fuesen a hurtarle la cartera o los rayos de sol que les iluminaba, el sol radiante que encendía la mañana.
Un cojo pasaba irradiando desasosiego con aire malhumorado, molesto por toparse con el panadero, que acaso venía masticando chicle o pesadillas o fantasías rotas en el espejo de los días, porque en reiterados sueños se le había aparecido como enemigo irreconciliable. Una mujer con larga cabellera, un oscuro lunar en la mejilla y la nariz torcida por una desafortunada caída daba la mano a los haraganes que vagaban silenciosos por las esquinas; unos cuantos mozalbetes daban los buenos días a unos soberbios carniceros que se subían a lo alto de los árboles amenazantes; el maestro mendigaba paciente a la puerta de unos mendaces iletrados. Eran distintos episodios o facetas de sueños o pesadillas que se concretaban en la rutina diaria.
En ciertas ocasiones el caldo de cultivo consistía en sentirse atrapados por un traidor, o simplemente haberles mojado la oreja en una horrible correría nocturna de juventud al punto de haberles atravesado la afrenta el corazón.
Rememoraba algún desconocido en primavera que había sido maldecido por los ojos de un bizco que se agitaba evanescente perdonándole la vida.
Una joven cruzaba por la calle con minifalda y tacones de aguja, con aires sensuales y de súbito un transeúnte imaginó a Marilyn Monroe al alzarle la falda una nerviosa brisa vespertina mas una tormenta inoportuna comenzó a disparar de repente su artillería de truenos y relámpagos acabando con los amores del sueño.
De cuando en vez esos chisporroteos –soñados, imaginados?- decretaban el comportamiento y despertaban la curiosidad del viandante en tales instantes tan extraños dejándose arrastrar a un mar de ilusiones compartidas o de odios irreconciliables o de tiernos atardeceres en la alborada de la existencia.
Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de amor, de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.

domingo, 20 de junio de 2010

Vivir para Vivir




Por Juan Pérez de Siles



Mientras los demás hacían colas interminables para conseguir un poco de agua de las pocas tomas que quedaban en aquél desierto de escombros perfumado, de aquél olor fétido que se desprendía de los cadáveres mutilados y medio enterrados, él, mirando al horizonte y con la vista desenfocada tal vez para no sucumbir al horror que le rodeaba, seguía fiel a sus principios de no hacer mal a nadie ni aún para defenderse. Caminaba consciente del andar, concentrado en sí mismo. Apenas podía respirar, el fuego intenso y descontrolado que devoraba todo por doquier consumía el aire, pero él seguía, ahora ajustando la respiración al ritmo de sus pasos. Un griterío de fondo de gentes desesperadas interrumpía de cuando en cuando su ensimismamiento libre de culpa puesto que sabía sin la menor duda que nada podía hacer por los demás, ni siquiera por sí mismo.
Sin perder de vista el horizonte vislumbraba un atardecer espléndido al fondo de aquella siniestra calle de una ciudad ya desconocida. Sentía la sed y el hambre. La primera le atacaba sin piedad y empezó a observarla para no pelearse con ella, ni se le ocurriría ponerse a hacer cola y esperar.
Caminaba y caminaba sin tener misericordia con sus pies. Chocaba a veces con otros tan perdidos como él en aquél mare mágnum, ahora choca con una mujer que lleva en sus brazos lo que debió ser su hijo, cruzaron las miradas y él vio que ella no quería nada
Salvo expresar a alguien su infinita desgracia. El no respondía a semejante ataque y continuaba. Ni una lágrima escapaba de sus ojos, el agua era indispensable. Casi iba por el aire mirando al horizonte con la vista desenfocada y atento a todo lo que surgía en su mente para no perder ni un instante discutiendo consigo mismo .Pero la sed, la sed con su monólogo chillón e ininterrumpido casi le hacía ceder a la esperanza del agua segura. El seguía con su mirada puesta en el horizonte y se dio cuenta de que no veía nada en particular y sin embargo lo veía todo incluyendo los fugaces pensamientos que trataban de responder a semejante caos.
Viento, viento tráeme aguacero, viento, viento tráeme canción, triste está la tierra que cultivo yo, como quema el fuego de mi corazón. Le vino a la memoria esta canción de Atahualpa, un día la cantó cuando pensaba que eso era importante, y acompasó sus pasos a ella. Ya volaba, el horizonte seguía allí pero ya no estaba lejos ni cerca, esta allí, donde quiera que pusiera su mirada desenfocada, estaba el horizonte como fondo de todas las tragedias que presenciaban sus ojos.
En esa extraña ausencia en la que se movía si cesar sintió que nunca había estado tan vivo y lúcido y mirando sus manos sabía que no le quedaba otra: Vivir para Vivir. Decidió seguir caminando. Al fin y al cabo nada tenía que perder y nadie en realidad había asegurado que existiera un fin de trayecto.



* Principio Abierto de Begoña Ramírez Joya para la tertulia Entrelineas

domingo, 6 de junio de 2010

El secreto de la vida



por Diego Pérez Sánchez

Entró en la caverna, decidido a descubrir de una vez por todas, el misterio de la creación. No radicaba, de eso sí que no le cabía la menor duda, en la repetición, por eso sabía que tenía que alejarse de su ego, siempre buscando reflejos y espejos en los que proyectar su engreído sí mismo, el mismo que, buscando seguridad, repetía los mantras en aquel monasterio donde le llevo su engañosa búsqueda. No, no era buscando en el pasado, ni en nada conocido, donde podría encontrar lo desconocido, lo verdaderamente creativo y nunca visto. Sólo en aquella caverna podría desvelar los misterios, deshacerse de las sombras que perseguían sus días.
Entró, sin pensarlo más, como atraído por un fuerte imán hacia el centro de la tierra. ¡Qué curioso que en los libros de astrología se hiciese tanto hincapié en el sol y la luna, en planetas y estrellas lejanos, y no se mencionase la tierra! Como por nuestro ego, estamos tan penetrados por ella que ni la vemos. Pero está ahí, y nos sujeta con su fuerza geocéntrica, impidiéndonos volar, como una madre temerosa y cauta.
El pasillo se hacía cada vez más angosto y la oscuridad enunciaba su triunfo, lenta pero confiada, inexorable, envolviendo su temblorosa decisión. No tenía miedo, ¿qué podía pasarle? En el peor de los casos, y si no encontraba nada, siempre podía volverse atrás, a la monotonía de sus días, la vacuidad de sus noches, el cómodo desamparo de lo conocido.
Siguió penetrando más y más los entresijos de aquella gruta, de la que había desaparecido ya todo rastro de luz diurna, pese a que el sol brillaba en su cenit.
El frío de aquella noche inviolada le calaba los huesos y su piel tensa, impulsándolo a moverse con mayor rapidez, siempre adelante. Empezó a olvidar el tiempo que llevaba dentro de aquella caverna, caminando con prisa, siempre hacía dentro, como buscando el fondo. El estrecho pasillo descendía efectivamente, con una inclinación vertiginosa, pero esto, más que detenerlo, lo invitaba a avanzar. El frío se fue trasformando en calor: sin apenas percibirlo se encontró ardiendo, abrasado por la luz.

domingo, 2 de mayo de 2010

El pulpo,los pulpos y yo




Mari Carmen Martinez



Venían amigos a comer le habían pedido que prepara pulpo a la gallega ,pero a ella cocinado así no le gustaba : siempre se le antojaba demasiado seco por más aceite que le pusiera ,además hacia tiempo que se le había acabado el pimentón de la Vera y hasta que no volviera su amigo Felix a Caceres no le volvería atraer...

No ,lo cocinaría en fritillo ,como en pisto ,era más jugosos. Además con una buena ensalada verde delante y una tarta de queso de postre tenia un menú más que equilibrado.

Tenia que darse prisa ,para llegar pronto al mercado.

Los mariscos y los pescado ,mejor a primera hora ,incluso si se podía verlos descargar ,así se aseguraba que no le vendía mercancía atrasada.

Adoraba los mercados. De hecho ,al igual que otras personas cuando visitaban una ciudad nueva no se perdían iglesias y museos , ella no dejaba de visitar los mercados d abastos. El ruido ,los olores ,el colorido de los puestos,los alimentos peculiares del lugar...esos puestos donde te reconocían extraña y te daban a probar...

Por ahora se quedaba con el de la Boqueria y con el de Valencia...Bilbao y Sansenxo tampoco estaba mal le traían recuerdos...recuerdos de la Ría,del Gugenheim ,recuerdo del mar...



Compraría tres pulpos pequeños mejor que uno grande .Siempre estaban más tiernos y costaba menos cocerlos .Odiaba el método del apaleamiento en la orilla para ablandar el pulpo y tambien el meterlo en agua caliente agua fría para romper las proteínas...



Tres pequeños ,allí estaban sobre el mármol des puesto,andando ,reptando,deslizando es ,huyendo.



“- Hola Fina ,saludo efusiva mente a la pescadera de confianza ( la carne y el pescado en puesto de toda a vida ,de confianza le había enseñado su madre...) Pon me esos 3 pulpillos.

-Acaban de traerlos te saldrán bien , no te olvides del laurel...

-No no me olvidaré...



Se paso por el café del mercado .Hacia tiempo que su estomago no toleraba los churros ,de allí de allí ni de ningún lado,pero seguí gustando el café . Tenia algo especial y Pepe siempre con sus bromas ,su barriga oronda debajo de blanco delantal le contaba algún chiste nuevo y la hacia sentirse bien ,le gustaba sobre todo a primera hora cuando aun no había demasiada gente.





Compró la verdura al final para no ir demasiado cargada.



Al llegar a casa ,metió los pulpitos en el fregadero. Dispuso la verdura en la mesa auxiliar y fue a cambiarse : En la cocina nunca con ropa de calle. Cuando volvió de la habitación,los pulpos se habían salido de la pila y deambulaban por el granito de la encimera :

“-¡Pero bueno abrase visto!”

Cuando estaba a punto de coger uno para devolverlo al seno y ponerse a limpiarlo, mientras el agua hervía ,escuchó como una vocectita que decía:



-¡Dejanos ,dejanos,dejanos!...¿ Había oído algo o estaba alucinando?

Pero si aun no había bebido nada ,acostumbraba a tomar una copa de vino mientras cocinaba . ..pero no aun no había tomado nada de nada .

_¡Dejanos,dejanos ,dejanos...!

Ahora eran tres vocecitas al unisono las que gritaban ..

¿ Que pasaba?

¡Dejanos y te enseñamos un secreto!

Devuélvenos al mar ,devuélvenos,devuélvenos, devuélvenos...





Ya no oye las voces fuera de si ,las escucha en su cabeza en una suerte de conversación telepática...

-Dejanos ,dejanos ,dejanos y te enseñamos un secreto...

-Está bien ,está bien ,está bien os dejaré...

¿A ver cual es ese secreto?

Si nos liberas ,te enseñaremos a abrazar a la gente ,para que nunca se vaya de ti...

¿ Ah si?

Si y te enseñaremos a acariciar a los hombres como si tuvieras ocho patas y ventosas. Estábamos aprendiendo o en nuestra escuela del mara ,cuando nos sacaron ...

Vaya ,vaya con los pequeñajos...pensó



-Dejanos ,dejanos,dejanos

¿ Pero me tendré que convertir en sirenita con aletas y branquias?

-No ,no ,no para nada,para nada...



-Vale os soltaré a ver¿ qué tengo que hacer?



Danos tus manos ,nos vamos a enrollar en tus muñecas para cortar la circulación un poco

¿ Un poco ,un poco ? Que sea un poco ¡Eh! Sin trucos...



Que si ,que si ,que si ,que será solo un poco mientras 2 de nosotros nos enrollamos en tus muñecas ,un tercero te pinchara con su uña y te inyectará un poco de tinta....

-¡De tinta !

¿ Pero dolerá ? ¿y si soy alérgica ?

-Dolerá un poco pero valdrá la pena ya veras...y alérgica ,¿no has comido nunca calamares en su tinta o arroz negro?

_Si claro que si ,me salen buenos los primeros y arroz negro ,arroz negro el insuperable arroz negro del restaurante 7 puertas de Barcelona ,claro que si .

-Pues entonces no temas nada ,dejate hacer ,ya veras que bien .

Después nos pones en agua con sal y nos llevas al mar ...y una cosa más : Si puede ser no comas de aquí en adelante ningún animal o al menos no comas pulpos .Forma parte del trato ,debemos proteger la especie...la especie y el mar ..que el hombre ,al igual que salío de él ,un día se salvará volviendo...



-Pues si que sabéis ,para ser pulpos tan pequeños ,si... Adelante pinchadme ...

Tendió sus dos brazos ,la inocularon ,no dolío.



Los metió en un cubito con agua sal y se los llevo al mar..los devolvió...



Tendría que hacer patatas fritas y huevo y esperaba no incumplir el acuerdo por lo de los huevos...



Con el tiempo comprobó que no . Cuando abrazaba a alguien un extraño olor a salitre la invadía y tenia que ser moderada en sus abrazos sino a la persona abrazazada le salían pequeños morados con forma de ventosita...



En cuanto a ser octopussy en la cama esperaba no tardar en comprobarlo.