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domingo, 20 de febrero de 2011

El Extranjero


De Lola carmona

Ya sé por qué no era capaz de inspirarme ni de escribir. Los términos de mi mente han cambiado y ya no valen los métodos y sistemas de antes. Os escribo desde el Mas Allá, sí, sí desde la muerte. Me he convertido en un extranjero de vuestra propia existencia. Realmente no sé cuándo ocurrió y ni siquiera si realmente ocurrió o me lo imagino pero la verdad es que estoy muerta y ya no estoy en vuestro mundo.
Las cosas desde aquí se ven diferentes y pierden identidad. Parece increíble que lo que más importe sea lo de menos valor, lo que antes o después se pierde.

Desde aquí las formas se diluyen en partículas de energía, donde el color nos da toda la información que necesitamos. No son formas rígidas sino que están en continuo cambio y movimiento dando lugar a distintas formas. He visto como la misma partícula daba forma a un perro y luego pasaba a un charco de agua para perderse en el aire.
Observo todo con atención y entusiasmo pues me parece ver la pura creatividad ya que todo fluye y se transforma continuamente en un continuo fluir de formas y colores.
Hay partículas esféricas transparentes con arcos iris en su interior, están llenas de paz y felicidad. He visto y sentido como se acercaban a diferentes seres, algunos la rechazaban con un escudo protector, otros conseguían agrandarlas. Estas partículas se juntaban formando diversos seres que luego se descomponían transformándose en otros diferentes. Así un río se podía convertir en un espíritu del bosque y este a su vez pasaba a convertirse en flor y cuando se cansaba se diluía en una mancha multicolor.

Otras partículas son alargadas, como pequeños gusanos que se mueven en un caldo de cultivo y llevan diferentes tipos de información. He reconocido emociones y pensamientos en lo que llamáis aire y como pasaban a través de vuestra propia energía. Por eso, he llegado a la conclusión de que los pensamientos y emociones se transmiten a través de lo que conforma todo y que ahora se conoce como campo electromagnético.

No hay nada totalmente unido ni nada totalmente separado y así es la vida y la muerte. El tiempo, la vida y la muerte se producen intercambiándose continuamente pero sin darnos apenas cuenta.
Todo esto me hace pensar que también puedo vivir aunque me hagan sufrir los sentimientos de todos. Las emociones negativas o dolorosas penetran en mí, trastocando todo mi ser. Soy totalmente vulnerable pues he perdido completamente mi identidad, para recibir la de los demás. Por eso, soy extranjera en mi propia tierra.

domingo, 13 de febrero de 2011

Está lloviendo

Por Pepe Guerrero

Está lloviendo, así que es mejor que nos marchemos cuanto antes, no es cosa de quedarse en plena calle viendo caer el agua sin protección alguna, y expuestos a contraer un desagradable constipado en el hervor de la cuesta de enero, cuando los fríos azotan con furia las mentes y el ambiente por los cuatro costados; aunque parezca una lluvia fina, casi imperceptible, poco a poco va calando los huesos del alma. Y entonces las directrices de la existencia, que hemos trazado, se desvanecen como el humo, y van empujando y marcando el paso por el desquiciado sendero, como el río que ha sido interceptado por el derrumbe del terreno causado por algún terremoto, y cuesta cada vez más desligarse de las ataduras y avanzar por el itinerario esbozado. Así las cosas, las aflicciones físicas y espirituales afilan los largos cuchillos clavándolos en los puntos más sensibles, y se regodean sobremanera sembrando el estupor por donde cruzan.

No obstante, no se puede afirmar que la sequía, como el polo opuesto, sea la panacea para resolver los grandes males que atañen a los seres vivos, porque allí donde arraigan sus redes la población, la flora y la fauna se mueren de pena, sed y hambre. Por ello, cuando se va circulando por los espejismos de una inconmensurable duna, y se vislumbra en el horizonte los resplandores de un fresco oasis los camellos y las entrañas del caminante cambian de color, respirando más seguros.

En consecuencia la solución habrá que buscarla por otros derroteros, allí donde la madre naturaleza sea menos madrastra y más madre, y ofrezca un acto de generosidad reflexionando sobre los múltiples excesos, proporcionando unas dosis equilibradas del líquido elemento, que respeten la vida de los humanos, evitando actuar como viles esbirros en el impetuoso e incierto remolino de las olas, ensañándose con los más débiles, ajenos a todo y sin ninguna culpa.

La cuestión es que no cesa de llover, y necesito salir a buscar leña al monte para encender la chimenea a fin de preparar el sustento diario, sin el cual no es posible conciliar el sueño, pero como está lloviendo a mares, y es muy arriesgado embarcarse en tales circunstancias, no hay más remedio que esperar a que amaine el temporal. No hay duda de que esto puede ocurrir cuando menos se espera en cualquier lugar, sobre todo en zonas de clima húmedo, pero también acontecen lluvias de turbas que se desplazan de un sitio a otro a la misma hora por los mismos puntos. Así, por ejemplo, cuando se va al cine (o a algún espectáculo de masas) un viernes por la tarde y se forma esa cola en la ventanilla, se quitan las ganas de ver la película, al quedar bloqueado en aquel berenjenal de gente que ha acudido anhelante a retirar la entrada, pareciendo que una nube humana empezase a diluviar desesperadamente, al acudir todos en tropel al mismo evento; y cuando finaliza la función y va a empezar la siguiente, el empuje nervioso entre puertas, viéndose impotentes los servicios ante la desmesurada demanda de forma incomprensible, sobre todo cuando son minúsculos y no acaban de salir los dos, o más, vaya usted a saber, que hay en el servicio, vamos, y la cosa se complica aún más si a alguien de la cola le entra de pronto un retortijón envenenado exigiendo in extremis un hueco en el lavabo, para no verse en la tesitura de tener que hacerlo en los mismísimos pantalones, exponiéndose a que lo tachen de cobarde, grosero o descarado, pero no cabe duda de que cuando la tormenta revienta con todo el aparato eléctrico y echa a funcionar toda la maquinaria aquello no hay quien lo pare, y echa por la calle de en medio, sin respetar señalizaciones, normas ni muros de contención, como sucede en las locas algaradas, o en las riadas de ciertos parajes ya habituados a esas disparatadas acometidas, llevadas a cabo en muchos casos por un enclenque riachuelo, que apenas trae agua durante el año, denominándose con toda la razón “río seco”, o acaso como se dice vulgarmente, una mosca muerta, y de buenas a primeras, se le hinchan las narices y empieza a vomitar toneladas de escombros, troncos y piedras, entrando en las viviendas de los vecinos, sentándose a la chimenea sin llamar al timbre ni saludar, pillando a los moradores haciendo sus necesidades o acunados en los brazos de Morfeo, que es lo peor, al no disponer de tiempo material para reaccionar y huir con lo puesto, poniendo tierra de por medio.

No es raro la acción de las riadas, pues acaece en multitud de ocasiones en los espacios más inverosímiles, en que asimismo son arrastrados por la corriente los pormenores que se suceden en el día a día, lo rutinario o lo trascendental, y antes de fenecer no les da tiempo de pronunciar el último testimonio, que justifique su presencia en este mundo, y poder desahogarse exclamando en la oscuridad de la noche o a la luz del día, con o sin permiso del verdugo, confieso que he vivido, y así, al menos, hacerle ver a la naturaleza y a los allí presentes que tiene corazón, que ha respirado y que en tiempos pretéritos luchó como el que más por las causas justas y vitales, dando el do de pecho, sin andarse por las ramas, y podía ir con la cabeza bien alta, mirando al porvenir, que se le torcía muy a su pesar, pero que no por eso le iba a impedir sentirse orgulloso por haber realizado en este mundo todo cuanto se le antojó en buena lid, sin perjudicar a nadie.

Pero como el corazón es tan imprevisible, y hay tantas frutas por cortar en el jardín de la existencia, y corren el riesgo de pudrirse si no se recolectan a su debido tiempo, por ende él quería libar las esencias más sutiles que deambulan por el ambiente, sacarle jugo y no pasar de puntillas como un escurridizo huésped por las esquinas o plazas, donde se exponía la flor y nata de los manjares, porque ante todo quería atrapar la belleza y gozar de todo cuanto germina en derredor.

No aspiraba a ser un donjuán ni mucho menos, anhelaba sembrar armonía y contento allí por donde transitaba, intentando satisfacer los espíritus más delicados, inquietos y exigentes. Por ello, aunque su alma de artista bullicioso reventaba en primavera como un capullo en flor, no obstante regaba con valentía, desprendimiento e imaginación los campos que tocaba.

Y así, en una perenne pugna por eternizarse en la brevedad del viaje por el orbe, antes de que arribasen las horas ortivas del postrero día, con toda la solemnidad que se requiere en tan solemnes momentos, únicos e irrepetibles en la vida humana, pudo expresar con la satisfacción del deber cumplido, y pese a que estaba lloviendo sin parar, lo que más ansiaba, confieso que he vivido, y dicho esto se marchó feliz haciendo mutis por el foro.

martes, 25 de enero de 2011

El valor de los refranes


Diego Pérez Sánchez

Hay un momento en la vida que no por ser el último es el menos importante. Todo lo contrario, gracias a él la vida cobra su auténtico significado y con él se cierra el espacio y el tiempo, desapareciendo las dimensiones; lo que deja borroso, desfigurado y nulo, cualquier valor, por importante que pareciera hasta entonces.
En ese momento es en el que ,si algún valor tenemos, que demostrarlo hemos, y ya no ante nadie, disimulando, tratando de engañar con patrañas, apariencias y trucajes; sino ante nosotros mismos, sea lo que sea que seamos. Y habremos de estar preparados, pero, si ni siquiera sabemos quien somos, ocultos tras nuestra imagen a nosotros mismos, no habremos sabido ni como hacerlo, perdiendo todo a cambio de nada.
Podemos perder toda una vida, nuestra única vida conocida -aprehensible, real y realizable- buscando valores que no tenemos, acaparando ficciones trasnochadas y objetos destartalados, en una palabra, acicalándonos; pero cuando caigan las máscaras, cuando sólo nos quede el alma, desnuda de objetos y valores amurallados, entonces sabremos el auténtico valor de los refranes, y tendremos algo para olvidar, y algo para recordar, aunque probablemente de lo primero sea todo y de lo segundo nada.
Pero, mientras tanto, en el teatro de la vida, y para todos sus espectadores, señoras y señores, ante ustedes: “Tanto tienes, tanto vales”, tragedia en tres lapsos, y ríanse del absurdo.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad


Begoña .Entrelineas.

La lluvia no se ha dado descanso en varios días. El cielo parece haberse roto definitivamente. Si fuese un llanto por todo lo que la humanidad hace a diario se podría decir que la tierra está muy, muy triste. En otros lugres nieva que para el caso es lo mismo. En un rincón de una calle cualquiera de cualquier ciudad en cualquier país del mundo vive Carlos, se trata simplemente de ponerle un nombre. Son ya casi las ocho y dentro de muy poco en cada casa se celebrará la Nochebuena Después de la cena en familia ha quedado con sus amigos, auque a quien tiene más deseos de ver es a Adama . Es senegalesa y tiene su misma edad 17 años. La cena ha transcurrido con algunos incidentes, como todos los años su abuelo y su padre han discutido de política. Han terminado gritando y echándose la culpa el uno al otro de la crisis mundial. Total a mi me da lo mismo que la culpa la tenga mi abuelo, mi padre o los bancos que es lo que dice todo el mundo. El caso es que estamos jodidos. Sobre todo los jóvenes que siempre pagamos los platos rotos. Aunque a mí lo que de verdad me importa es la sonrisa de Adama. Esta tarde antes de la cena hemos ido toda la pandilla a dar un paseo por el río. Venía muy crecido por la lluvia. Nos hemos puesto a bromear sobre qué pasaría si alguno de nosotros fuese arrastrado por la corriente. A menudo pensamos esas cosas, no me asusta demasiado la idea de la muerte. Algunos chicos han querido bajar par ver el torrente de agua más cerca y Adama y yo nos hemos quedado juntos. Sentía el corazón latir con mucha fuerza. Una suave brisa me acariciaba la cara y ella me ha sonreído. Si en ese momento hubiera podido abrazarla seguro que hubiera estallado. Creo que la razón del mundo habita en sus manos. Son casi como el chocolate, marrones, casi negras, y pequeñas, mucho más pequeñas que las mías. El otro día le escribí un poema. Aunque ella no lo sabe porque me da mucha vergüenza.
A las once he bajado por fin a la calle. Me han echado la bronca porque los jóvenes somos unos descreídos que ya no guardamos las buenas costumbres.
Hace tiempo que dejé de creer en los dioses. Pareciera que en el fondo no dejáramos nunca de necesitar al padre, como lo llaman en la mayoría de los credos o la madre que nos tutela y protege. Condenados a ser siempre niños revoltosos necesitados de castigos y educación para no torcer el camino.
Nos negamos ciegamente a construir nuestro destino bajo nuestra responsabilidad y tutela .No nos fiamos de nosotros mismos.
De nuestra propia honestidad y nuestra propia fuerza.
Es un fastidio pero sigue lloviendo, Adama no ha venido .Su padre no le ha permitido salir tan tarde.
Creo que no se fía de mí y casi lo entiendo. Joven occidental malcriado en la opulencia, enganchado a la televisión y los videojuegos, la cola cola y la comida basura
Mañana es navidad y me acercaré a su casa. Tengo un regalo para ella. De mi propia cosecha. Venceré mis pudores y le daré el poema que le escribí.

Poema de amor

Mi casa son tus manos
Y mi morada tu pecho.
En la danza de tu cuerpo
Renace cada día el universo
Y aunque nos habite el eco
De los ruidos del mundo
Mi casa son tus manos
Y mi morada tu pecho.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Amores que matan


No creo que mi reflexión hoy vaya muy de acuerdo con los temas que habéis dado. Pero ya sabéis que no siempre puedo adecuarme a las propuestas. Para empezar les cambio el refrán. Es que pensando en el tema de la violencia, a mí se me vino a la cabeza otro que me sirve muy bien para lo que quiero expresar. “no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a ti”.
Reflexionando sobre la violencia, me doy cuenta que no creo que existan diferentes violencias. Me explico: no creo que haya solo violencia de género y que esta en sí misma sea el peor mal. Entiendo que la historia ha hecho que tengamos que hacer discriminación positiva para defender a tantas mujeres víctimas de la violencia de género, pero no quisiera que esto nos haga perder de vista que lo malo, la violencia, no lleva apellidos. Violencia de género, violencia infantil, violencia a los ancianos, violencias en las aulas etc. Por lo que primero deberíamos pensar en erradicar la violencia lleve el apellido que lleve. De ahí el refrán, si ninguno de nosotros le hiciera a su prójimo lo que no le gustaría recibir viviríamos todos en paz.
Aun así no dejo de darme cuenta que lograr esto no es fácil.
Condeno toda forma de violencia y pienso que ésta solo se puede erradicar desde la educación en igualdad.
Desde la educación porque pienso vivimos en una sociedad violenta, que está tan acostumbrada a recibir y repartir violencia, que en el día a día ni se percata de lo que está pasando.
La violencia no tiene porque ser solamente física, la violencia puede estar inserta en cada uno de nuestros actos.
Desde quien no responde un saludo, a quien ejerce sobre otro una critica malsana, está ejerciendo violencia y visto de este modo no son solamente las mujeres las victimas, sino toda la sociedad que no sabiendo reconocer la violencia la recibe y la ejerce a diario, sorprendiéndose luego cuando alguien que no asume vivir en sociedad, le quita la vida a otra persona solamente por pensar diferente, por no acatar, o por cualquier razonamiento ilógico que se quiera hacer, ya que quitar una vida nunca tiene lógica.
Pero ¿no quita la vida igual un/una maltratador psicológico que día a día intenta convencerte de lo poco que vales y lo mal que lo haces todo? esto también existe y no solamente dirigido a las mujeres, en realidad, el maltrato de esta forma es mas común en los niños que a su vez se defienden generando violencia.
Si, la pescadilla que se muerde la cola, por eso erradiquemos la violencia, ¿cómo? para empezar no poniéndole apellidos, dejándola sola, porque todas sus maneras son reprochables, educando en la igualdad, y la igualdad real también tiene muchas aristas, no es la ley igual para todos, ya que no hay un todo, sino un individuo sobre la que se va a ejercer.
Por eso la igualdad debe ser que cada quien cuente con las herramientas que le hagan falta para desarrollarse como persona, sin necesitar ejercer la violencia de pasar sobre otra, de desestimar ni excluir a nadie, ni de competir en competencias vanas, que a algunos enriquecen vilmente y a otros sólo les hacen sentir más sus "diferencias".
Que este año el día de la violencia de género se emplee en hablar y hablar sobre la igualdad, sólo la igualdad sin tapujos y sin límites puede hacer desaparecer aunque sea muy de a poco, la violencia que siempre se engendra en las diferencias.


Alicia Gaona. Tertulia Entrelineas

sábado, 2 de octubre de 2010

Mal de muchos



Por Begoña Ramírez Joya.

Siento cierta nostalgia de aquellos tiempos, en los que la pobreza asolaba nuestra comunidad, pero en los que se respiraba un ambiente más pacífico y armónico. Ahora todo el mundo recela de los demás o pretende ser o aparentar más que su vecino. Si existiera una máquina del tiempo viajaría todos estos años atrás hasta aquel fatídico momento en que la prosperidad económica llegó a nuestras vidas. Incluso mis relaciones personales se han visto afectadas pro este cataclismo monetario. Sofía, mi mujer, siempre fue presumida, algo que según se mire puede ser incluso una cualidad en una mujer.(En un hombre resulta de lo más ridículo.)Pero cuando pasó todo,
su obsesión por su propia imagen empezó a rozar los límites de la locura. Nuestro amor se fue derrumbando. Creo, o al menos así lo sentí yo, que empezó a quererse tanto a sí misma que ya no le quedaba hueco para nadie más.
Para amar no se puede ser egoísta, porque entonces lo quieres todo para ti mismo, ni vanidoso porque necesitarás que los demás la alimenten continuamente, con sus miradas de aprobación o sus aplausos silenciosos.
Así que su vida se convirtió en idas y venidas a centros de estética, tiendas de moda y dietistas, porque cualquier gramo de más la desquiciaba completamente. En aquel tiempo primero del que tengo recuerdos tan gratos, el barrio era un fangal miserable. Bien es cierto que así no se puede vivir, pero la gente se respetaba y se ayudaba. Bueno había algunos miserables. Ahora son los que tienen la casa más grande, bueno mansión podríamos decir porque son los que han manifestado menos escrúpulos a la hora de especular con todo lo que han podido. Todo comenzó el día en que se descubrió que la nueva autopista pasaría por nuestro valle. Algunos sabían lo que era una autopista, yo no. Siempre había vivido feliz rodeado de montes, no creí necesitar nada más. Y Sofía aunque malhumorada se adaptaba bien a aquella vida. El valle, los montes, las lluvias con su olor a tierra viva, el calor sofocante de las tardes del estío eran nuestro sitio.
Pero empezaron las expropiaciones y los talonarios por aquí y por allá y la gente se fue transformando. Y aunque bien es cierto que mal de muchos consuelo de tontos, toda esa pobreza compartida nos unía con unos lazos invisibles pero fuertes y rotundos. Al amanecer una luz pura como la piel del recién nacido iba iluminando poco a poco el valle, dando forma a las casas, a las calles, a los árboles, a las montañas. Todo parecía más limpio y más bonito bañado por esa luz inocente, que se repetía en cada amanecer y que cada día me sorprendía por su mezcla de belleza y esperanza. Entre estos montes aprendí a descifrar los enigmas de la naturaleza que ya no son tales para mí. El único secreto de la vida es la vida misma, y esta verdad tan simple nos lleva toda una existencia descubrirla; y a veces ni siquiera una existencia basta para descubrirlo y hacerlo nuestro. Por eso entre la verdad y la vida hace tiempo que elegí.

El día que deje los hábitos



Por Juan Pérez de Siles

El día que deje los hábitos ya no habrá nada que retenga al ser que mis padres engendraron, volverá a ser el niño que perdió, mirará con los ojos nuevos y verá la otredad sin aspavientos, el pasado solo será una referencia indolora. Dejará de ser una cosa aburridamente conocida, será libre y todo lo aprendido ya no será una pesada carga.
Vivirá sin la angustia de llegar tarde. El dolor será un protector y no algo rechazable
Y encontrará el ahora que es lo único que existe, se fundirá en su aquietamiento con los demás seres de universo y la muerte antes temida tendrá que pedirle permiso para llevárselo. Descubrirá que todo es sentimiento y que lo que ahora yo llamo vida solo fue una pesadilla soñada por la repetición.
El día que deje los hábitos ya no seré yo, será todo lo demás tal cual es, sin trampa ni cartón, ni más ni menos.